Trump y sus errores no reconocidos
Donald Trump nunca se equivoca, al menos según él. Las incesantes explicaciones que dio a sus erróneas advertencias de que el huracán Dorian amenazaba a Alabama, y que causaron días de burla y escepticismo, son sólo el ejemplo más reciente de su eterna renuencia a reconocer un error, por inofensivo que sea. Su ferviente defensa durante días, no solo ha prolongado la atención a su capricho personal, sino también su voluntad, nuevamente en manifiesto la noche del jueves, a desplegar a personal y recursos del Gobierno para justificar una aseveración imprecisa. Las declaraciones presidenciales pueden influir en los mercados, inquietar a los capitales en el mundo y, en este caso, alarmar innecesariamente a los habitantes de un Estado. Sin embargo, la relación de Trump con la verdad y la responsabilidad amenazó de nuevo con socavar el peso de las palabras de un Presidente.
“Los grandes presidentes reconocen cuando cometen un error, lo arreglan, y siguen adelante”, dijo el historiador presidencial Jon Meacham. “En este momento, se trata de una equivocación de que un huracán va a azotar un Estado. Pero también puede derivar en un problema mayor, costar vidas humanas y contribuir a crear un ambiente en el que las personas no puedan confiar en el Gobierno”.
No es la primera vez que Trump se rehúsa a admitir que cometió una equivocación. Los ejemplos van desde lo inofensivo, como que la declaración de su investidura presidencial contó con la mayor multitud de la historia, hasta lo más grave, como su aseveración sobre un fraude electoral generalizado en 2016 que propició la creación de una comisión electoral para que demostrara y apoyara su aseveración. La polémica actual, atizada a diario por el presidente, encendió las redes sociales. El hashtag “Sharpie” fue tendencia en Twitter y las bromas abundaron.Sin embargo, para algunos, se trató de un nuevo referendo sobre Trump y su aptitud para la presidencia.
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