Giuliani, el conseguidor de Trump
El que fuera el alcalde más popular de EE.UU., hoy con su imprudencia ha precipitado al presidente al «impeachment»
Durante más de un año, el abogado particular del presidente representó a Estados Unidos en el mundo sin ningún tipo de control o supervisión. Viajando de un país a otro, mantuvo reuniones, transmitió mensajes y pidió favores, siempre en nombre de Donald Trump. Tal fue su poder, que al regreso de una de sus visitas a Europa, pidió y consiguió inmediatamente el despido de la embajadora en Ucrania, Marie Yovanovitch, porque se negaba a ayudarle en la misión que tenía encomendada: que el nuevo Gobierno de Ucrania abriera una investigación al demócrata Joe Biden.
Ahora, ese abogado, Rudolph Giuliani, es el centro de las investigaciones de los demócratas que, por cuarta vez en la historia, han iniciado el largo proceso de recusación de un presidente. Consciente de lo que se juega, Giuliani ha contratado un equipo de defensa jurídica liderado por el letrado Jon Sale, uno de los fiscales del caso Watergate, por el cual dimitió Richard Nixon.
Giuliani fue alcalde de Nueva York entre 1994 y diciembre de 2001. Su aplomo y entereza tras los atentados terroristas del 11-S le catapultaron al panteón de héroes patrióticos, del que se ha precipitado ahora al foso séptico del «impeachment». En abril de 2018 respondió a una llamada de Trump para que se incorporara a su equipo de defensa legal en caso de que el fiscal especial Robert Mueller le imputara algún delito en la investigación sobre sus lazos con el Kremlin. El presidente quedó exonerado de la trama rusa, pero las gestiones de Giuliani en Ucrania le han abierto una crisis mucho mayor.
El 25 de julio Trump mantuvo una conversación con el nuevo presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la que según una transcripción de la Casa Blanca le pidió abiertamente «un favor»: que investigara a Biden. En esa conversación el nombre de Giuliani salió a relucir cinco veces. Según dijo el presidente: «El señor Giuliani es alguien muy respetado. Fue alcalde de Nueva York. Muy buen alcalde. Quiero que te llame». Zelenski respondió que estaba encantado de hablar con Giuliani.
El mensaje, para los demócratas, estaba claro: Trump no pedía algo para su gobierno o su país, sino un favor personal. Biden quedaría tocado probablemente de muerte si Ucrania le abría una investigación por corrupción un año antes de unas elecciones en las que podría ser un rival formidable para Trump. Mientras Zelenski no condenara a Biden, Trump retendría ayudas a Ucrania por 400 millones y pospondría indefinidamente su primera visita oficial a Washington.
En ocho días, Giuliani estaba en Madrid para verse con un enviado de la presidencia ucraniana, un abogado de nombre Andrei Yermak. Por qué eligieron España no ha quedado aclarado todavía. Pero en 2016 el que entonces era jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, también optó por Madrid para verse con un ucraniano cercano al Kremlin, Konstantin Kilimnik, a quien le trasladó información demográfica sobre la campaña electoral republicana. Según el fiscal Mueller, Rusia tuvo en pie dos campañas de injerencia digital para ayudar a Trump a ganar las elecciones de 2016.
Un chat telefónico de varios diplomáticos norteamericanos con Giuliani demuestra que en su viaje a España y comunicaciones posteriores, el abogado personal de Trump ejerció presión sobre el presidente de Ucrania para que este criticara abiertamente a Biden por los sospechosos negocios en ese país de su hijo, Hunter, por medio de una empresa energética nacional, de nombre Burisma. Esas conversaciones son una de las principales pruebas con las que cuentan los demócratas en el Capitolio. Según esos mensajes de texto, Trump quería que Zelenski dijera abiertamente que iniciaba «una investigación exhaustiva, transparente y neutral sobre todos los hechos, incluidos los relativos a Burisma y las elecciones de 2016».
La conducta temeraria de Giuliani hizo saltar las alarmas en el seno de la inteligencia norteamericana. Un agente de la CIA presentó una queja anónima a sus superiores aprovechando la llamada de Trump con Zelenski el 25 de julio: «El abogado personal del presidente, Sr. Rudolph Giuliani, es una figura central en estos esfuerzos». La queja llegó al Capitolio y le sirvió a los demócratas para abrir el proceso de impeachment.
Giuliani ya ha sido citado a testificar en el Capitolio, pero de momento su única respuesta es que debe consultar antes con Trump, que es su cliente. Ambos mantienen que les protege el secreto profesional. Lo que queda por ver es si será una excusa válida cuando Giuliani cumplió órdenes del presidente en misiones en el extranjero.
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