Wall Street tiembla. La senadora Elizabeth Warren encabeza las encuestas del Partido Demócrata. Según Quinnipiac University, Warren ya saca dos puntos de ventaja a Joe Biden, hasta ahora el front runner. Los mismos con que la senadora ganaría el caucus de Iowa.
La encuesta fue realizada antes que Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, decidiera investigar sobre (y contra) Donald Trump. En la próxima encuesta la distancia entre Warren y Biden aumentará. Los electores norteamericanos suelen castigar el nepotismo.
Aparentemente, Trump intentaba reclutar al jefe de Estado ucraniano para buscar pruebas sobre la corrupción de Hunter Biden, abogado norteamericano situado en la dirección de una compañía ucraniana de gas, sin idea alguna del negocio. Biden quedaba como capaz de favorecer a su hijo.
Si en una república todas las personas son iguales ante la ley, incluido el Presidente republicano, como recordó la señora Pelosi, el sayo también sirve al candidato demócrata Biden. Mira por dónde, la senadora Warren ha resultado beneficiada del conflicto.
En fin, Wall Street tiene pavor a la senadora Warren. La llaman “socialista” y temen suba los impuestos. Ella jura y perjura que sólo lo hará con el 1% más rico de los contribuyentes.
Elizabeth Warren quiere aumentar el gasto público. Fue republicana y conservadora. Cree en el mercado, pero, como Adam Smith, piensa que hay que estar atentos al atropello y al monopolio de los empresarios. Por eso deben regularlos.
La senadora Warren y su marido Bruce H. Mann, profesor de Derecho en Harvard, pertenecen a ese 1% de ricos del país. Son millonarios.
Pero Elizabeth Warren no forma parte, como Bernie Sanders o Bill de Blasio, del pelotón de “idiotas útiles” que apoyó al estalinismo cubano o nicaragüense cuando ya resultaba evidente el horror de esos sistemas.
Es una lástima que a sus 70 años no aprendiera que el “redistribucionismo” afecta negativamente a los más pobres, o que no advierta que aumentar el gasto público incrementa la corrupción e ineficiencia, porque no le duele directamente a nadie en su bolsillo.
Comoquiera que las elecciones son entre personas de carne y hueso, con sus sombras y sus luces, si ella fuera la candidata demócrata, los electores tendrán que escoger entre una mala persona, carente de empatía, pero con algunas nociones económicas correctas, y una buena mujer, muy inteligente, pero minuciosamente equivocada en terreno económico. Afortunadamente, si Elizabeth Warren llegara a gobernar, el complejo mecanismo de contrapesos que existe en el país no la dejaría equivocarse demasiado. Espero.
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