We Are at War

 

 

 

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Esas palabras le valieron una avalancha de oprobios y acerbas críticas al presidente chileno, por insensibilidad a la protesta popular. Pero Piñera tiene razón. No, por supuesto, que estuviera en guerra con el pueblo que protestaba, sino contra quienes fomentaron la violencia y procedían a la sistemática destrucción de infraestructura pública y propiedad privada. Cabello le dio la razón. Lo que experimentaron Chile y Ecuador es una “brisita bolivariana” y ya se vendrá el huracán, dijo.

Como denuncia el secretario de la OEA: “Las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana… [de] financiar, apoyar y promover conflicto político y social.”

El mundo inicia este siglo con democracia y dictadura en guerra. Ha surgido un nuevo tipo de dictadura, que mantiene formalidades de la democracia representativa, pero en la que no hay separación de poderes, hay elecciones amañadas, y se reprime a los que se resisten. Estas dictaduras en América Latina se auto proclaman de izquierda marxista. En Europa Oriental, en que el marxismo está desprestigiado, se auto proclaman de derecha nacionalista. Pero lo que diferencia unas de otras es solo la retórica.

Para los totalitarios, el respeto a los derechos humanos es una muestra de la debilidad de las democracias. El régimen venezolano no tiene empacho en reconocer que en 2018 mató a 7.523 personas “por resistencia a la autoridad”. En cambio, las dictaduras regionales pueden mandar comandos a Ecuador, Chile o a otro país, donde pueden causar desmanes sin peligro; en caso de ser apresados denunciar violación de sus derechos.

Otra herramienta de países autoritarios es la propagación de información falsa. Rusia afectó los resultados de las elecciones presidenciales de los EE.UU., enfocando la propagación de desinformación en estados en que la campaña presidencial estaba reñida. Eso habría inclinado el fiel de la balanza a favor de Trump, a pesar que perdió el voto popular. Putin acertó en que podría manipular al burdo y autosuficiente magnate inmobiliario y así conseguir victorias geopolíticas. La más reciente: la pérdida de influencia de Washington en el conflicto sirio, y el abandono a su suerte a los aliados kurdos.

En Ecuador, las legiones de “trolls” financiados por las dictaduras regionales inundan las redes sociales con fabricaciones orientadas a desestabilizar al sistema financiero y al gobierno. ¿Se habrá imaginado Twitter que sería herramienta de dictaduras para desestabilizar democracias?

Las dictaduras y sus aliados locales declararon la guerra al régimen democrático ecuatoriano y a la sociedad civil, cuyos derechos peligran. Hay que defenderse, como uno se defiende en guerra. Sin dejarse avasallar.

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