On the Influence of Russia in the Protests

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La sombra de Rusia se expande sobre América Latina. Esa es la conclusión a la que llegó el Departamento de Estado de los Estados Unidos hace poco. En un reportaje de The New York Times, funcionarios de ese ministerio cuentan que han visto cómo cuentas de Twitter relacionadas con Rusia se han venido activando a la par con las protestas sociales en distintos países de la región. De haber pruebas, valdría la pena una protesta diplomática. Sin embargo, es claro que las manifestaciones no se pueden endosar exclusivamente a la intervención extranjera, como varios gobiernos, incluyendo el colombiano, han intentado hacer en el pasado.

“En Chile”, dice The New York Times, “cerca del diez por ciento de todos los tuits que apoyaron las protestas de octubre pasado se originaron en cuentas que están enlazadas con Rusia”. Lo mismo pudo observarse en Bolivia, Perú y, sí, Colombia.

A finales del año pasado, en medio del paro nacional, la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, dijo que “sabemos que hay un proyecto internacional, sabemos que hay una red de apoyo internacional para estimular este malestar social. Tenemos certeza de que hay plataformas que, desde Venezuela, desde Rusia, han venido moviendo buena parte de todos estos mensajes en las redes sociales”. Estaba en lo cierto.

Sin embargo, todo debe tener sus justas proporciones. En el artículo, The New York Times cuenta que “los funcionarios del Departamento de Estado dicen que la vasta mayoría de las publicaciones relacionadas con las manifestaciones en Twitter y en otras redes sociales parecen ser legítimas”. Lo que se ha dicho aquí y en los demás países: la intervención extranjera no explica, ni opaca, la indignación que la gente viene expresando en las calles.

Con las protestas que se hicieron en Colombia ayer, empezó un año que promete estar marcado por las tensiones entre manifestantes y autoridades. Hay reclamos sobre la mesa de quienes no se ven debidamente representados por las instituciones y sus respuestas habituales. La indignación se respira en las calles. Por eso hay que ser prudentes al momento de hacer señalamientos que estigmaticen a los manifestantes.

En nuestro país, las noticias falsas en torno a las marchas han pululado: se habló de manifestantes con pagos astronómicos, al mismo tiempo que se mencionaba la intervención extranjera. Ahora que sabemos que lo segundo es parcialmente cierto, también queda en evidencia que es solo uno de los relatos que deben emplearse para entender lo que está ocurriendo.

¿No valdría la pena una nota de protesta diplomática enviada al gobierno ruso? La intervención de otro Estado en los asuntos internos de nuestro país, con el objetivo de aprovechar el inconformismo, es otro tipo de violencia que no puede pasar inadvertida.

Todos los intentos de injerencia triunfan cuando en la población hay razones genuinas para el descontento. Sin la frustración de los colombianos, los mensajes rusos, incluso las noticias falsas, no tendrían tanto eco. Si no caemos en la trampa de estigmatizar la protesta, y si el diálogo nacional del Gobierno logra fortalecer las instituciones, no habrá manera de desestabilizar nuestra democracia.

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