The American Election Agenda

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Pese a que los temas relacionado con la pandemia, ocupan el primer lugar; se continúa con el debate de otros aspectos como la economía y la desigualdad

En medio de la crisis sanitaria que se agudiza –1.38 millones de casos y más de 83 mil muertos- y la recesión que se agrava, Estados Unidos continúa su proceso electoral. El resultado tendrá implicancias considerables para la política exterior norteamericana y para el sistema internacional en su conjunto.

En una carrera atípica, el demócrata Joe Biden lidera las encuestas -47% a 42.6%, según el promedio de RealClearPolitics. Más allá de la evolución de las cifras globales, en las cuales ningún candidato logra despegarse todavía, el resultado final dependerá en buena medida de dos factores: a) la asistencia a las urnas, variable según el grupo socio-demográfico y b) la distribución geográfica de los votos, decisiva para la conformación del colegio electoral.

En cuanto a la gestión de la crisis, hasta el momento Trump sale relativamente indemne, frente a una opinión pública dividida por líneas partidarias. La aprobación global de su tarea, similar al nivel pre-pandemia, ronda el 45% (43.6% según FiveThirtyEight). La respuesta de su gobierno a la crisis es aprobada por el 43.2%, con fuertes variaciones según las simpatías políticas: 82.8% de los republicanos contra 12.6% de los demócratas. Existe además una división en cuanto a las estrategias a futuro, con los republicanos más preocupados por la reactivación económica y los demócratas por el cuidado de la salud.

El daño económico será grande: el FMI estima que la caída del PBI será del 5.9% en 2020, mientras el desempleo ya llegó a 15.7%. Ello impacta sobre el que, hasta la crisis actual, era el principal activo político de Trump: una economía en crecimiento (2.3% en 2019 y 2.5% promedio durante su presidencia) y el menor desempleo en 50 años. Gobierno y oposición saben que la respuesta fiscal afectará la conducta de los votantes: con apoyo casi unánime el Congreso sancionó en marzo un paquete de ayuda a familias y empresas (CARES Act) por USD 2.2 billones. Esas medidas generan consenso: el 88% las apoya, distribuidos de manera equivalente entre simpatizantes de los dos grandes partidos (Pew Research Center).

Pero más allá de la coyuntura, en la campaña se ponen en juego temas de más largo plazo, relacionados con la creciente desigualdad de la sociedad norteamericana y el dispar impacto de la globalización en ese país. En conjunto, la agenda electoral muestra una demanda de mayor igualdad económica y un ascenso del nacionalismo.

Un tema clave, puesto en primera línea por la pandemia, es la extrema mercantilización y los altos costos del sistema de salud: un 80% de los votantes cree que la reducción en el costo de la salud es un tema prioritario en la próxima elección (Politico-Harvard). Esa percepción guarda relación con la precariedad –en relación a la riqueza per cápita- del sistema de salud norteamericano. Estados Unidos es el único país desarrollado que carece de un seguro universal de salud y 27.5 millones de personas (8.5% de la población) no poseen cobertura médica, según datos oficiales.

La recesión probablemente agravará la desigualdad económica. Un estudio reciente de Pew Research indica que un 61% de los estadounidenses –con predominio demócrata- creen que hay demasiada desigualdad económica en el país. Cifras contundentes parecen darles la razón: entre 1968 y 2018, el 20% más rico incrementó su participación en el ingreso nacional del 43% al 52%, mientras que el 5% más rico pasó del 16 al 23%. Estados Unidos es el país más desigual entre los del G-7, y las preferencias políticas están cambiando en respuesta a ese contexto: estudios recientes muestran que un 64% de los norteamericanos está a favor de un impuesto a la riqueza (Ipsos) y un 62% a favor de la educación universitaria gratuita (NBC).

El creciente enfrentamiento con China, expresado en la guerra comercial y la disputa sobre las responsabilidades en la expansión de la pandemia, también preocupa a los ciudadanos. Según Pew Research, dos tercios (66%) tienen una visión negativa de China. Y la mitad o más están muy preocupados por el impacto de ese país en el medio ambiente global, posibles ciberataques provenientes de allí y el déficit comercial y la pérdida de empleos norteamericanos ante China.

Finalmente, los debates en torno a valores individuales -la cultural war que se libra en la sociedad americana desde hace décadas- seguirán teniendo peso, especialmente para las bases de cada partido. El aborto, el tema más emblemático en esa disputa, divide a los ciudadanos por simpatías partidarias: los demócratas son mucho más propensos a aceptarlo en todos o casi todos los casos (82% contra 36% entre los republicanos). Durante su presidencia Trump ha sido un baluarte pro-life, acotando el financiamiento federal para el aborto y respaldando el nombramiento de jueces conservadores; Biden, católico, ha abandonado su respaldo a la enmienda Hyde, que limita el uso de fondos federales para financiar abortos, buscando mayor apoyo de las bases demócratas.

Coyuntura y largo plazo se entrelazan en la agenda electoral. En un contexto de gran incertidumbre, la crisis pone a prueba el liderazgo de Trump, pero no oculta ni posterga los debates de una sociedad cada vez más consciente de las desigualdades y dividida en torno a valores fundamentales.

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