Trump’s Voters

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Los votantes de Trump

El problema no es Trump; el problema es los que le votan. Según todos los comentaristas políticos americanos todo lo que está haciendo y diciendo Trump no tiene otra finalidad que la de dividir y crispar al país, porque esto le favorece electoralmente. Es decir, los alborotos, las manifestaciones contra Trump son su mejor aliado electoral. Esto sí que, realmente, es preocupante; muy preocupante. El estilo de Trump parece que conecta con la forma de ser y pensar de muchos ciudadanos, precisamente por aquello que a mucha gente le produce escalofríos. Los anti-Trump trabajan a favor suyo. Esto sí que es preocupante; muy preocupante.

Sobre todo porque los europeos no votamos en Estados Unidos. Si Europa lo decidiera, Trump tendría pocas expectativas. Pero Europa no vota, y a los partidarios de Trump les encanta que Europa rechace a su candidato. La Europa tolerante y permisiva, plural y diversa, integradora e inclusiva les molesta; nos visitan con el estímulo de conocer un “balneario de la decadencia” pero convencidos de que no es el modelo que seguir. La América profunda cree en Trump y desea su victoria con la misma fuerza que a nosotros esta posibilidad nos horroriza.

La América profunda desea la victoria de Trump con la misma fuerza que a nosotros esto nos horroriza

El conflicto racial no está resuelto en Estados Unidos. La elección de Obama como presidente fue como un espejismo que nos en­gañó. Es un conflicto no resuelto que, además, esconde un grave y alarmante conflicto social. La división entre clases tiene en EE.UU. un fuerte componente racial. Y la Covid-19 lo ha puesto de manifiesto. Ha sido la población afroamericana la que ha pagado más caro el impacto de la pandemia. Muy, pero que mucho más caro. Y esto tiene consecuencias más largas en el tiempo que la muerte de George Floyd a manos de la policía. Este hecho mueve mucha gente y remueve muchas con­ciencias, pero es la marginación socio-racial la que prepara el terreno y provoca la explosión en las calles. Trump quiere esto. Quiere calles en llamas, tiendas saqueadas, trifulcas con la policía; quiere desorden para valorar el orden, quiere detenciones para constituirse en defensor de la libertad y de la seguridad. Y su público compra o puede comprar esta fórmula. Primero, el miedo; después la fuerza como expresión del orden. Esta fórmula es la que conviene a Donald Trump. ¡Qué miedo!

Biden –el candidato demócrata– lo sabe y por esto cuando critica a Trump lo hace con mucha moderación, intentando por ejemplo, no incluir en la crítica la actuación de las fuerzas policiales. Pero algunas corporaciones industriales y financieras se están posicionando abiertamente anti-Trump al ver como su comportamiento puede desestabilizar el sistema y perjudicar a la economía del país. En definitiva, un embrollo que no ayuda a la economía mundial en este momento. Pero, los votantes de Trump ni lo ven así ni les importa. Su mundo se acaba en los límites de su casa; son de tipo aislacionistas. Su “América primero” ha de leerse como “Solo América”.

El problema no es Trump, son sus votantes Y esto es lo que preocupa. Cuando la Covid-19 nos ha enseñado que hemos de ser solidarios con la suerte de los demás si queremos que la solidaridad nos llegue también a nosotros, hay americanos que lo ven como la oportunidad de cerrarse en sí mismos. Cuando la Covid-19 nos ha hecho sentir el peso de la igualdad, hay quien aún quiere segregar, dividir, enfrentar, excluir. Y si esto pasa o puede pasar en el país que lidera la economía mundial, se convierte en realmente muy preocupante.

Los votantes de Trump tienen la palabra.

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