AMLO, Trump y un chile en nogada
• Hay eventos que, por su naturaleza, se antojan mucho para el análisis. Uno de esos es la inminente reunión del Presidente de México con el de Estados Unidos. Si me permiten la expresión, se trata de un “chile en nogada periodístico”.
Por más que uno esté de dieta, hay platillos que no se pueden dejar de comer. Son una delicia. Un manjar para cualquier paladar. Un buen foie gras, por ejemplo. Y qué decir de los muy mexicanos chiles en nogada. Con sólo mencionarlos se hace agua la boca.
Sin embargo, no voy a hablar en esta columna de exquisiteces culinarias. No. Lo único que quiero es comparar las delicias del paladar con otro tipo de goces: los periodísticos. Hay eventos que, por su naturaleza, se antojan mucho para el análisis. Uno de esos es la inminente reunión del Presidente de México con el de Estados Unidos. Si me permiten la expresión, se trata de un “chile en nogada periodístico”.
Para empezar, por los dos personajes de los que estamos hablando. Dos animales políticos que todo el tiempo están pensando en cómo sacarle raja electoral a un asunto. Lo suyo, suyo, suyo, lo que les encanta hacer, son campañas permanentes. Sentir el cariño de una parte del pueblo que los adora.
Estamos frente a dos populistas demagogos. Dos genios comunicativos. Dos nacionalistas que odian la globalización.
¿Qué pasará cuando finalmente se reúnan cara a cara?
Lleva las de ganar, sin duda, Trump, porque estará jugando en casa. En la mismísima Casa Blanca, centro neurálgico del Imperio Estadunidense. Además, un Trump que está como león enjaulado porque todo indica que en noviembre perderá la reelección en las urnas. No nos hagamos bolas, si invitó a AMLO a Washington DC es porque quiere utilizar electoralmente al mexicano para atraer votos. De mexicanos-americanos, sin duda. Pero, quizá, también de su fiel base electoral que podría disfrutar de cómo somete (¿humilla?) al Presidente de esos mexicanos que “traen drogas; traen el crimen; son violadores y algunos, supongo, son buenas personas”.
Del otro lado, el de AMLO, también habrá un gran show en su primera gira al extranjero. Para empezar, su traslado en vuelo comercial. La salida de la Ciudad de México y la llegada republicana a Washington. El traslado (¿en Jetta blanco?) del aeropuerto civil a la Casa Blanca. Ah, qué bueno se ve ese chile en nogada.
Quién sabe qué pasará en las reuniones privadas entre los presidentes. Pero luego vendrán las fotos. El antimexicano Trump extendiéndole la mano a AMLO y jalándolo hacia su persona como suele hacer. ¿Sonreirá el mexicano o estará adusto?
¿Habrá conferencia de prensa conjunta? Ojalá.
Si es así, ¿quién será el periodista afortunado que hará la pregunta sobre el muro que está construyendo Estados Unidos en su frontera con México y si lo está pagando el vecino del sur, tal y como prometió Trump en su campaña de 2016? ¿Llevará la delegación mexicana a Lord Molécula para hacerle la barba a AMLO y preguntarle una de sus características paparruchadas?
¿Se enojará Trump por algo que diga AMLO? ¿Comenzará a tuitear sus bravuconadas? ¿Sacará alguna sorpresa informativa? ¿Filtrará su gobierno una noticia escandalosa para recibir debilitado al mexicano como lo han hecho otros presidentes estadunidenses en varias ocasiones?
Todos los expertos en la relación bilateral han dicho, con toda razón, que el Presidente de México tiene mucho que perder y poco que ganar en esta visita a un Trump que sólo está jugando en el terreno electoral estadunidense. Es de sentido común.
En algún momento se había planteado la posibilidad de una reunión trilateral, donde también participara el primer ministro de Canadá, para celebrar la entrada en vigor del nuevo tratado de libre comercio entre las tres naciones de Norteamérica. Pero Justin Trudeau se negó a visitar a Trump porque sabe que, en estos momentos, el presidente de EU es radioactivo. No conviene enviar el mensaje de que su nación se la está jugando con Trump rumbo a la reelección. Hay que evitar el quedar mal con los demócratas, que tienen una mayor probabilidad de regresar a la Casa Blanca con Joe Biden.
Pero AMLO, a diferencia de Trudeau, sí irá a apoyar a Trump.
¿Qué le debe el Presidente mexicano para demostrar tanta deferencia? ¿Tendrá el gobierno de EU algún tipo de información explosiva con la cual chantajear a nuestro Presidente? ¿Por qué demonios los analistas tenemos que estar especulando al respecto cuando todos sabemos que lo conveniente es no ir a Washington en este momento?
Por el bien y la dignidad de México, ojalá AMLO no se reuniera con Trump. Es una mala idea y una vergüenza nacional. Pero yo, como analista, no me quiero perder este delicatessen periodístico. Es como una lucha máscara contra máscara entre dos titanes: el Santo y Blue Demon. ¿Quién ganará?
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