El presidente de Estados Unidos no rendirá sus respetos ante los restos mortales del representante John Lewis, un ícono de las luchas de los afroestadounidenses por los derechos civiles.
Donald Trump partió desde la Casa Blanca hacia Carolina del Norte este lunes, confirmando categóricamente que no acudiría a rendirle tributo póstumo al representante John Lewis, histórico defensor del pueblo negro estadounidense —compañero de lucha de Martin Luther King (MLK)—, a quien Estados Unidos ha estado reconociendo en numerosas ceremonias, desde que falleciera el 17 de julio, a los 80 años de edad.
El domingo, la carroza fúnebre que llevaba los restos del reconocido y respetado líder afroestadounidense, cruzó por última vez el puente Edmund Pettus, en Selma, Alabama. También era domingo cuando el 7 de marzo de 1965 estuvo junto a MLK en aquella marcha desde Selma hasta Montgomery para exigir el derecho al voto de la población negra, y que la represión racista convirtió en jornada sangrienta.
El joven Lewis, uno entre las muchas víctimas de la brutalidad policiaca, sufrió entonces fractura de cráneo. Era como si el oficial Edmund Pettus del Ejército confederado enarbolara su sable tal cual hizo en la guerra civil a favor del esclavismo y apretara la soga en un linchamiento como Gran Dragón del Ku Klux Klan de Alabama.
Siglo XIX, siglo XX y siglo XXI de la historia estadounidense y no parece mucha la distancia en cuanto a un racismo obviamente estructural en la conformación de la nación. Trump, al decirles a los reporteros: «No iré, no», ratificando que no tenía planes para llegar hasta el Capitolio de Washington para los honores al icónico luchador por los derechos civiles, hacía recordar al gobernador de Alabama en aquellos años 60, el racista George Wallace, cuando aseveró: «segregación ahora y segregación siempre».
El mandatario de la Casa Blanca apenas se dijo «triste» al oír la noticia de la muerte de John Lewis, en un tuit consabido, y punto.
Conocidos son los rencores del presidente, y como Lewis consideró que no era un presidente «legítimo» —no olviden que ganó por votos electorales, pero los votos populares emitidos por la ciudadanía le daban el triunfo a la demócrata Hillary Clinton— Trump fue muy crítico con Lewis en 2017, diciendo que su distrito del área de Atlanta estaba en «horrible forma» y le llamé un «solo habla, sin acción ni resultados»; sin embargo, muchos legisladores, tanto demócratas como republicanos, llamaban a John Lewis «la conciencia del Congreso».
En las actuales circunstancias pudiera también ser «conciencia de la nación», mas no parece que tal título de honor le cuadre a un Trump que fue a visitar el Centro de Innovación de Bioprocesos en Fujifilm Diosynth Biotechnologies de Carolina del Norte, para asegurar que en «pocos días» tendrá una vacuna en fase tres para la Covid-19, un anhelo que en el presidente de Estados Unidos juega más con sus aspiraciones de reelección que con la vida de los estadounidenses y menos aún con la seguridad y la salud del mundo.
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