Trump’s Climate Change Denial Confronts Horror of Wildfires in the West

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El negacionismo climático de Trump se da de bruces con el horror de los incendios en el Oeste

El presidente consigue eludir por completo el debate medioambiental en una visita de dos horas a California mientras Biden le llama “pirómano climático”

El negacionista en jefe de Estados Unidos aterrizó este lunes en el centro de una de las mayores evidencias de los efectos del cambio climático que haya presenciado el país desde que existe ese concepto. Donald Trump viajó fugazmente a California para informarse sobre el terreno acerca de los fuegos, al tiempo que su rival demócrata en las elecciones, Joe Biden, daba un discurso sobre cambio climático. La extraordinaria crisis de incendios que vive el Oeste norteamericano se ha convertido en un tema de campaña ineludible que solo puede ir a más.

Después de días sin referirse a una emergencia que afecta a California, Oregón y Washington, Trump habló la semana pasada para culpar a la “gestión de los bosques”. Todos los gobernadores de estos Estados afirman que, si bien las causas de los incendios son variadas, la razón por la que se baten récords cada vez más deprisa es el endurecimiento de las condiciones climáticas debido al calentamiento global provocado por gases de efecto invernadero. No hay debate científico al respecto.

La visita a California de Donald Trump, cuya Administración no solo ha descartado cualquier avance en la lucha contra el calentamiento global sino que ha revertido las políticas en marcha, coloca su discurso frente a un decorado de pesadilla. Bosques arrasados, ciudades ahogadas en humo, barrios calcinados y, sobre todo, una cifra de muertos aún provisional que el lunes se situaba en 33. Todo Estados Unidos está viendo en sus televisores y periódicos una catástrofe en tiempo real muy difícil de contrarrestar con escepticismo de salón.

Sin embargo, Trump evitó por completo el debate sobre el cambio climático. El presidente repitió al llegar al aeropuerto de Sacramento la frase sobre la gestión forestal y culpó de los incendios a “árboles como cerillas”, que mueren y se secan en los bosques. En una mesa redonda en la que estaba el gobernador de California y los jefes de emergencias del Estado, Trump preguntó cuántos incendios había. Le contestaron que 29 grandes activos. El gobernador, Gavin Newsom, interrumpió para decir que habían sido 1.100 en los últimos 29 días. “El calor se está haciendo más caluroso y la sequedad se está haciendo más seca”, dijo Newsom a Trump. Newsom hizo una exposición de por qué los fuegos son más graves que nunca y pidió que respetara la opinión de California en este sentido. “Es evidente que el cambio climático es real y lo está exacerbando”. Trump respondió: “Por supuesto”.

Después, Trump presidió una ceremonia para homenajear a los pilotos de la Guardia Nacional de California que realizaron varios rescates aéreos in extremis de familias atrapadas en una zona de recreo rodeada por el llamado Creek Fire, cerca de Fresno. Terminada la ceremonia, partió hacia un acto de campaña en Phoenix. En definitiva, Trump logró pasar dos horas en California sin ver un solo incendio y eludiendo por completo una confrontación pública sobre la realidad del cambio climático.

Desde la semana pasada, el Partido Demócrata está aprovechando para poner el cambio climático en el centro del debate como una consecuencia brutal más de la incompetencia de Trump, como la tragedia del coronavirus o la crisis económica. Básicamente, sobre el fondo de los fuegos, los demócratas intentan que el electorado se pregunte si EE UU se puede permitir cuatro años más de una Casa Blanca que niega el cambio climático y boicotea las políticas medioambientales.

Minutos antes de que Trump llegara a California, el demócrata Joe Biden dio un discurso desde Delaware en el que llamó a Trump “pirómano climático” y presentó un ambicioso programa de transformación hacia una economía verde. “Esta es otra crisis de la que no se va a responsabilizar”, dijo Biden. “En cuatro años más de Donald Trump, ¿cuántos barrios más van a desaparecer?” por los fuegos, huracanes e inundaciones, planteó Biden.

California ha visto arder 12.000 kilómetros cuadrados en lo que va de año, la mayoría en las últimas tres semanas, desde que una tormenta eléctrica a mediados de agosto inició cientos de fuegos simultáneos que desbordaron los recursos del Estado. Es 10 veces la extensión de Nueva York y casi 30 veces más que el anterior récord de hectáreas quemadas. Lo normal es que los grandes incendios empiecen a finales de septiembre y duren hasta noviembre. En el vecino Oregón también se ha batido el récord de hectáreas quemadas.

“El debate sobre el cambio climático ha terminado”, dijo el viernes visiblemente irritado el gobernador de California, Gavin Newsom. “Esto es una maldita emergencia climática”. Newsom tenía previsto reunirse a puerta cerrada con Trump a quien, por otra parte, siempre ha agradecido en tono institucional la ayuda federal a California en la lucha contra el coronavirus y los medios de emergencias. La visita del presidente evitó por completo la confrontación en público.

En la última década, la lucha contra el cambio climático se ha convertido en un asunto de Estado en California, hasta el punto de que el Partido Republicano estatal apenas protesta los objetivos de reducción de emisiones (parecidos a los de la UE y los más ambiciosos de EE UU). Simplemente, ni se discute. El negacionismo de Trump y sectores republicanos de otros Estados se ve como una excentricidad que provoca entre estupor e irritación. Trump, por su parte, ha intentado acabar con la autoridad de California para fijar sus propios límites de emisiones. El medioambiente es el asunto donde el choque entre California (autoproclamado Estado resistencia) y Trump ha sido más crudo, junto con las políticas de inmigración.

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