Trump’s Risky Vaccine

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La riesgosa vacuna de Trump

Está claro que Donald Trump quiere, necesita, le urge una october surprise, como le llaman en EU a maniobras inesperadas, a veces de dudosa legalidad, que los presidentes en funciones han utilizado para ganar votos de última hora, días antes de las elecciones que son siempre en los primeros días de noviembre.

La sorpresa a la que está apostando Trump es al anuncio de una vacuna y su distribución inmediata y gratuita a millones de estadunidenses. La Casa Blanca, según varios testimonios, ha presionado al organismo responsable de aprobar la vacuna, la Federal Drug Administration (FDA), para que pudiera entregar una “autorización de emergencia” que implicaría una revisión menos rigurosa de estándares de seguridad y eficacia.

Hace una semana, conocedores de esas presiones, nueve compañías farmacéuticas involucradas en el desarrollo de vacunas emitieron un comunicado conjunto prometiéndose “estar del lado de la ciencia” y no poner una vacuna en la calle hasta que haya cumplido con todos los estándares de eficacia y seguridad que cualquier vacuna requiere, incluyendo pruebas clínicas de alta calidad. La declaración fue una manera de decirle a Trump que su fecha de octubre no es más importante que la calidad de la vacuna.

Ayer, en su conferencia de prensa anunciando que está listo el plan de distribución de la vacuna cuando llegue, Trump desautorizó lo que dijo el director del Centers for Disease Control (CDC) en la mañana frente al Senado, anunciando que una vacuna no estaría lista para distribución generalizada hasta mediados del año que viene aun si la vacuna estuviera aprobada y lista hoy. En su encuentro con la prensa, el republicano dijo que lo había llamado después de su comparecencia y que lo que había dicho era “información incorrecta”.

Ayer mismo, funcionarios del Departamento de Salud habían dicho también a la prensa que siendo optimistas y en caso de que estuviera aprobada, para final del año y principios del siguiente se podría estar distribuyendo vacuna a personal de salud y tal vez a algunos grupos vulnerables.

Trump parece seguir los pasos de su amigo Vladímir Putin y su vacuna Sputnik, que ha sido recibida con escepticismo por la comunidad científica del mundo a pesar de que autoridades rusas ya la han aprobado aunque no han terminado sus pruebas de seguridad y eficacia.

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