El 20 de octubre de 2013, el semanario alemán Der Spiegel publicó una pieza titulada: La NSA tuvo acceso al correo electrónico del Presidente de México. El reportaje formaba parte de las filtraciones de Edward Snowden, quien dio a conocer documentos internos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés).
En la pieza del semanario alemán se menciona que desde 2009 la NSA tuvo acceso a los sistemas informáticos de la Secretaría de Seguridad Pública que encabezaba Genaro García Luna. En noviembre de 2009 Genaro García Luna inauguró, junto con el expresidente Felipe Calderón, el Centro de Inteligencia de la Policía Federal, desde donde se procesaba y analizaba la información para el combate del crimen organizado a través del uso intensivo de tecnología, la cual provenía, justamente, de Estados Unidos, por lo que es obvio que los servicios de inteligencia de ese país tenían acceso sobrado a las entrañas de las estructuras de seguridad en México.
En el reporte de Der Spiegel mencionan que los cinco objetivos estratégicos de los sistemas de inteligencia estadunidenses en México estaban priorizados del uno al cinco, siendo la prioridad número uno el tráfico de drogas. La capacidad de acceso a las telecomunicaciones mexicanas ha sido patente en múltiples ocasiones, como cuando se dio a conocer que la agencia antidrogas de Estados Unidos, (DEA, por sus siglas en inglés) tuvo acceso a llamadas y mensajes de los involucrados en la desaparición de estudiantes en la noche de Iguala en 2014.
De acuerdo con los reportes de esos años, la DEA tenía intervenidos 11 teléfonos celulares vinculados a los líderes de Guerreros Unidos, en Chicago. Al nivel granular de acceso a las telecomunicaciones mexicanas hay que sumar el despliegue de inteligencia humana en el terreno, como lo muestra el reportaje que hizo ProPublica, en donde dio cuenta que agentes de la DEA habían estado haciendo un operativo de vigilancia en Monterrey contra un líder de los Zetas en 2010 y al ser descubiertos por la organización criminal evacuaron el hotel donde se hospedaban y eso llevó a que los Zetas desaparecieran, por error, a cinco personas inocentes. A ello habría que sumar una red de informantes extensa que se ha ido construyendo a lo largo de décadas.
Considerando todo lo anterior, resulta inverosímil que alguna de las entidades del gobierno de Estados Unidos no estuvieran enteradas del accionar, tanto de García Luna en la Secretaría de Seguridad Pública, como del general Cienfuegos en Sedena, por lo que tendría que haber un nivel de complicidad de alcances institucionales. No sería la primera vez que esto ocurre, como lo demuestra el episodio de los Irán-Contra, cártel de Guadalajara.
TRES ESCENARIOS
Hay tres escenarios visibles. El primero es que tanto el exsecretario de Seguridad Pública, como el exsecretario de la Defensa tengan incentivos para hablar ante los fiscales de la corte del Distrito Este de Nueva York, lo que debería exhibir a altos funcionarios estadunidenses y podría involucrar a los expresidentes de México.
El segundo escenario, muy poco común, es que el caso se desmorone y se convierta en una falla colosal no vista antes. El tercer escenario es que los acusados guarden silencio y la situación no escale más, lo que podría hacer sostenible que no hay complicidad en EU. En mi opinión, es muy poco probable que no la haya.
No importa cuál de los escenarios se materialice, un resultado tangible es que una de las instituciones más respetadas de México ya ha sufrido un duro golpe. De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, el 83 por ciento de los mexicanos consideró confiable al Ejército, sólo superado por la Marina.
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