A Significant Election

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Una elección significativa

Si Trump no acepta la derrota o denuncia trampas, las posibilidades de problemas post-electorales se agravan

A ocho días de una de las elecciones más significativas de nuestro tiempo, mucho parece indicar que el presidente Donald Trump fracasará en su intento de reelección, pero también que puede tener impacto en el futuro de su país.

De la forma que Trump asuma o no la derrota dependerá mucho lo que ocurra después del 3 de noviembre.

La elección es un referendo alrededor del hombre que ahora está en el poder, una figura que parece contradictoria con los valores que Estados Unidos ha dicho defender y promover por décadas.

Es de entrada una opción en la que cuentan personalidades y propuestas.

Para muchos, el presidente Trump es deshonesto y su actuación en temas como los problemas raciales y la pandemia de COVID-19 reflejó su falta de carácter y de integridad, pero otros valoran sus posturas contra el aborto, la libertad religiosa y en favor de ley y orden.

El hecho es que en el mismo escritorio donde alguna vez un Presidente mantenía un letrero que subrayaba su compromiso en el gobierno (The buck stops here – la responsabilidad es mía) se sienta otro que parece no aceptar responsabilidades, siempre culpa a otros y por lema de vida no cambia de conducta.

Pero al mismo tiempo es un hombre que ha logrado mantener una profunda conexión con su base de votantes, 40% del electorado estadounidense, y cultivado su sentimiento de excepcionalidad traicionado, según esa fórmula, por un sistema y políticos que al proyectar el poder y la economía se olvidaron de sus raíces y sus electores.

Que una parte de ellos parece, por lo pronto, proclive a la violencia y tiene razonamientos basados en las peores manifestaciones del nacionalismo, o sea racismo y xenofobia, hace temer la reacción de su líder indiscutible.

Si Trump no acepta la derrota o denuncia trampas –tan reales o imaginarias como sean–, las posibilidades de problemas post-electorales se multiplican y agravan.

La elección es en todo caso una alternativa entre dos ideas de futuro: una que parece proponer el retorno a un pasado más simple, donde no había dudas sobre la hegemonía estadounidense y su vínculo con un grupo étnico determinado; y otra que ofrece reconstruir la imagen de un hegemón benevolente, defensor de valores democráticos y justicia dentro y fuera de su territorio.

El primero busca un camino solo, de un EU autárquico capaz de imponer su voluntad a través de su fuerza; el segundo propone negociar, pero aprovechando su tamaño.

La diferencia relativa puede no ser mucha, pero al final del día el estilo y las metas cuentan: como dice el refrán, en política como en poesía la forma es fondo y la verdad, hay diferencia entre ser presionado a dar ventajas comerciales o ayudar de manera más o menos voluntaria a alcanzar metas ambientales.

Desde afuera, la alternativa parece clara, pero los estadounidenses están muy divididos y su futuro inmediato puede estar sujeto a la personalidad de un político egocéntrico.

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