After four years of a right-leaning administration determined to dismantle the national and international successes of Republican and Democratic administrations since the 1950s comes the election triumph of seasoned Democratic politician Joe Biden and his vice president, California Sen. Kamala Harris, who have come as a social and economic breath of relief for the majority of Americans, even though 70-odd million still believe in the slogan “Make America Great Again,” as if the United States of January 2017 had not been better than ever, domestically and internationally speaking, following economic crisis that engulfed the second term of Republican President George W. Bush.
Biden’s election wasn’t easy, and it looks like he’ll arrive at the White House with a great political victory but with an uphill administrative future, especially if he has to govern with a Republican Senate should the Jan. 5 runoff election in Georgia not seat the two senators the Democratic Party needs for a tie with 50 elected Republicans.
At the same time, there’s the conservative majority on the Supreme Court that will more than certainly want to liquidate Democratic initiatives. But despite the screaming and litigation that alleged the voting in Arizona, Georgia, Nevada and Pennsylvania — states which Trump won in 2016 — was tainted by fraud, Republican observers in each state later asserted that were counted properly as the well-known recounts confirmed, to the disgust of millions of Republicans.
President-elect Biden is meeting with informed regional and local politicians to gather opinions and information about concerns for a national policy to fight the COVID-19 pandemic, which is creating havoc and spreading uncontrolled due to how the federal government responded indifferently in treating the disease this year and the disastrous repercussions of the outbreak on the economy and the spirit of the people, repercussions that continue to worsen.
Biden’s experience as senator for many years and as a vice president gives him the skills necessary to be as close as possible to the people affected by social and structural deficiencies in health, education, immigration and with regard to race in recent years. As of Nov. 15, with 97% of the vote counted in 50 states and U.S. territories, Biden had 78,666,153 votes, or 50.8%, while his opponent had 73,110,783 votes, or 47.4%. Biden has won 306 Electoral College votes; the incumbent president had won 232 votes of the 270 Electoral College votes needed to win the presidency. Biden’s election is unquestionable given how the recognized recounts showed how incorruptible the system is. It’s good that the recounts took place because the costly complaints by Republicans will now go up in smoke. According to Bloomberg Politics, on Nov. 15, the president appeared to acknowledge that Biden won, albeit fraudulently. "He won because the election was rigged," Trump said.
Trump later walked the acknowledgment back, and Twitter marked the messages as disputed information concerning election results. Trump added that he did not recognize anything, saying, “We have a long way to go.” As hard as it is for Trump to accept, the more recounts and court decisions that rule against him, the stronger Biden’s victory is.
Después de cuatro años de un gobierno derechista empedernido en desmantelar lo alcanzado nacional e internacionalmente por gobiernos republicanos y demócratas de EEUU desde los años 1950, llega el triunfo electoral del fraguado político demócrata Joe Biden y su vicepresidente, la senadora por California, Kamala Harris, lo que ha venido a significar un profundo respiro de alivio para la mayoría de la población estadounidense de toda contextura social y económica, aunque unos setenta y tantos millones todavía creen en el slogan “Make America Great Again ” como si el EEUU de enero de 2017 no hubiese significado que el país continente estaba mejor que nunca nacional e internacionalmente luego de la crisis económica que enfrascó la segunda parte de la presidencia del republicano George W. Bush.
La victoria de Biden no ha sido fácil y todo apunta a que llegue a la Casa Blanca con un gran logro político, pero con un futuro administrativo cuesta arriba sobre todo por tener que lidiar con un Senado republicano si la segunda elección de Georgia del 5 de enero no elige los dos senadores que el partido demócrata necesita para igualar los 50 republicanos electos. Y por otro lado está la Corte Suprema de mayoría conservadora que más que seguro querrá liquidar las iniciativas del gobierno demócrata. Pero, pese al griterío y a las demandas de republicanos que insistían que las elecciones de Arizona, Georgia, Nevada y Pensilvania, estados en que Trump había ganado en 2016, adolecían de engaños electorales, los veedores republicanos en cada uno de ellos luego atestiguaron que los votos se habían contado idóneamente, y que los célebres recuentos lo comprobaron… para disgusto de millones de republicanos.
El presidente electo Biden conversa con políticos regionales y locales versados a fin de recabar opiniones, inquietudes y preocupaciones que le sirvan para diseñar una política nacional contra la pandemia del Covid-19 que está haciendo estragos porque cunde sin control dada la indiferencia federal con que se trata el mal este año y sus nefastas repercusiones en la economía y el ánimo de la gente que no dejan de empeorar. Su experiencia de senador durante años y su vicepresidencia del país dieron a Baiden la destreza de estar lo más próximo posible a la gente afectada por deficiencias socio-estructurales de los sectores de salud, educación, migración y raciales… que han recalcitrado los recientes años.Hasta el domingo 15 de noviembre de 2020 y con el 97% del voto contado en los 50 estados y territorios de EEUU, Biden había conseguido 78.666.153 votos para presidente, o 50,8% del total; en tanto que el oponente 73.110.783 o 47,4%. En cuanto a los determinantes votos del Colegio Electoral: Biden acumulaba 306, mientras que el presidente saliente 232. Para ganar se necesitan 270. La victoria de Biden es incuestionable porque los consabidos recuentos arrojaron pureza de sistema. Bien que los hubo porque así las quejas y revuelos republicanos quedaron en costosa humareda. Según BloombergPolitics, también el domingo 15 en un tweet el presidente parecía reconocer que Biden… “ganó con engaños.” Pero luego se desdice y la empresa Tweeter marca el mensaje por contener información en disputa con respecto al resultado de las elecciones, pero deja: “¡No reconozco NADA!… Todavía hay un largo camino que recorrer.” Por más que le cueste aceptarlo, mientras más recuentos de votos y más decisiones de jueces en su contra, más contundente es la victoria de Baiden.
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