Post-Trump Liberalism

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El liberalismo después de Trump

En todo el mundo los líberals celebran la victoria de Joe Biden sobre Donald Trump. No solamente por sus políticas regresivas en areas como la salud y su discurso racista y xenófobo, sino también porque su estilo cesarista era una amenaza de conflicto permanente a nivel global.

De hecho, en su locura sin límites, el Presidente saliente parece dispuesto a manchar la democracia norteamericana con denuncias de fraude, invitando a los tiranuelos de otras latitudes a usar tácticas similares en sus feudos. ¿Llegará al extremo de ausentarse de la ceremonia de traspaso?

La llegada de Trump a la presidencia de la democracia más estable que conocemos fue ciertamente un hito. En términos materiales y de políticas públicas el daño fue acotado. El sistema de contrapesos estableció un formidable cerco a sus propuestas más delirantes, incluyendo la construcción del muro y las deportaciones masivas. Las ventajas de vivir en una república.

En cambio, el saldo es totalmente negativo en el campo simbólico. Como nunca antes, el populismo irrumpió en la vida cívica de un país donde predominaba una política de centros, signada por el diálogo y la negociación. Los estados rojos y azules ya no expresan meras preferencias electorales; reflejan más bien una contienda existencial entre ciudadanos que se ven como enemigos acérrimos. Los Argentinos conocemos bien los alcances de esta tragedia.

Si Estados Unidos dará vuelta la página, depende en gran medida de lo que hagan los demócratas —mucho más que de lo que hagan los republicanos o el propio Trump-. El discurso de Biden luego de la victoria sugiere que el nuevo Presidente entiende el desafío: convocó a superar las divisiones intestinas, presentándose como el presidente de todos, no de un sector. Ahora será crucial que sus bases lo sigan.

Según muchos analistas políticos, el éxito electoral de Trump se explica en parte por la experiencia de humillación de sus votantes. Cansados del desprecio de los sectores “ilustrados”, habrían encontraron en el multimillonario un modo de reivindicar sus valores: Trump prometía redimir una identidad que muchos sentían amenazada. El subsuelo de la patria sublevándose contra las elites. Y en muchos casos, la respuesta de los azules exacerbó su reacción, convirtiendo la vida nacional en un guerra de trincheras cultural.

Más que la apelación a una política de la identidad que contraponga al trumpismo un populismo progresivo, los azules deben recuperar el arsenal liberal que heredaron del Iluminismo. Los derechos de las minorías, la igualdad a todos los niveles y la garantía de los derechos fundamentales importan porque todas las personas importan por igual.

La discriminación positiva, la integración y la mejora en las condiciones de vida no son formas de venganza o retaliación por injusticias pasadas, ni justifican nuevas injusticias; son un imperativo genuinamente universal. De los demócratas depende volver al manual de la sociedad abierta que hizo de Estados Unidos un democracia floreciente.

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