The Media with Joe Biden

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Los grandes medios con Joe Biden

El periodismo apoyó abiertamente al candidato demócrata, con la excepción de Fox News y The New York Post, ambos de Robert Murdock.

El triunfo de Biden fue también es de los medios de comunicación de los Estados Uni-dos, y de la libertad de prensa. Trump los enfrentó desde la campaña del 2016, cuando apoyaron masivamente a Hillary Clinton. En 2020 esto de acentuó: todos los medios importantes apoyaron abiertamente a Biden, con la excepción de Fox News y The New York Post (ambos de Robert Murdock), y unos pocos más que esta semana anunciaron que reconocían el triunfo de Biden y abandonaron a Trump.

El actual presidente atacó permanentemente la libertad de prensa, y se burló de periodis-tas y medios de comunicación. No llegó a las exageraciones de algunos reaccionarios de América Latina o de la ex Unión Soviética, pero al White Power le habría gustado que instale una oficina estatal que declare lo que es verdad y lo que es mentira para los me-dios, y que cree una Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacio-nal, que oriente la labor intelectual política, cultural e ideológica de los norteamericanos para que no caigan en desviaciones progresistas.

En su visión ególatra del mundo, Trump no admitía discrepancias. Trataba mal a sus colaboradores, canceló al ministro de defensa por cumplir con la constitución, y le dijo “idiota” a Anthony Fauci el mayor epidemiólogo del país. Autoritario en casa y en la polí-tica, Trump podía llevarse bien con Recep Erdogan, hacer un reality show con Kim Jong-Un, y tener buen trato con los líderes autoritarios de Brasil, Rusia y Ucrania. Los demó-cratas son institucionales. Su gobierno mantendrá principios, exigirá respeto a la liber-tad de prensa y a las normas democráticas.

La libertad de prensa y de pensamiento está en el corazón de la tercera revolución indus-trial que promueve la independencia de los individuos para imaginar y crear con total autonomía. El epicentro de la revolución está en universidades que producen una canti-dad descomunal de conocimientos técnicos y científicos que se aplican en la realidad pa-ra producir riqueza y bienestar. Trump fue derrotado ampliamente en las ciudades, en las que las universidades tienen más peso. En California, en donde está Silicon Valley y la universidad de Stanford, y en Massachusetts, sacó menos de la mitad de los votos de Biden.

Las universidades norteamericanas no se dedican a discutir doctrinas del siglo XIX y creencias militantes. Son instituciones que usan el método científico para desentrañar la realidad, llegar a conclusiones prácticas y cambiar el mundo. Se discute acerca de cómo mejorar y modernizar la industria tradicional, integrando el uso de energías renovables, la robótica y otros elementos que llegaron con la tercera revolución industrial. Su insta-lación y la aparición de la cuarta revolución suponen una posibilidad infinita de progre-so, el fin de la pobreza y el avance de la ciencia.

En nuestros países algunos políticos sueñan con contaminar el ambiente resucitando fábricas del siglo pasado, creen que los grandes temas del momento como la vida en el planeta, la no discriminación, los derechos civiles, son novelerías. Están más interesados en cuidar a los pobres para que sigan siendo su base política.

Los más reaccionarios quieren volver a la Edad Media, evitar el consumo, que los pobres sean felices viviendo en el campo mientras llega el reino de los cielos. La última distopía de este tipo costó la vida al 25% de la población de Camboya. Unos países progresan y otros ponen reversa.

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