A lo largo de la Historia han habido diferentes liderazgos, fuerzas militares, económicas y politicas que han expandido su dominio e influencia más allá de sus fronteras. Desde los primeros imperios como el Romano o el Mongol, hasta los más recientes como el Francés y el Británico.
En los últimos tiempos, Estados Unidos ha sido considerado la primera potencia mundial sin discusión, tanto por su poderío militar y económico, como por su desarrollo tecnológico, ejerciendo una gran influencia en la geopolítica global y en todo tipo de organizaciones internacionales.
Sin embargo, tras unas elecciones sin precedente en USA se pone en juego la seriedad y claridad del proceso y sus resultados, así como la estabilidad social y política de un país totalmente fragmentado. Más de 20 días después de celebradas dichas elecciones los titulares siguen arrojando una alta dosis de desafíos a los resultados por parte del supuesto perdedor, a través de demandas legales a varios organismos supervisores de algunos estados claves.
Sea cual sea el resultado final del conflicto electoral, la realidad es que Estados Unidos ha sufrido cierta decadencia económica, social, y reputacional en los últimos años. Esto puede deberse en parte a la presencia de un inminente competidor al liderazgo mundial como lo es China.
Este país, aunque política y culturalmente muy distinto a los demás continentes, tiene hoy en día toda la capacidad de competir con el más fuerte (recursos económicos, fuerza militar, capacidad productiva, disciplina, educación).
Su debilidad: la poca capacidad de “inventar” y su inclinación a “copiar” en lo referente a tecnología e innovación que es la columna vertebral del modernismo.
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