China and Russia vs. the US: Construction of a Lunar Base

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China y Rusia vs. EE.UU.: por la construcción de una base lunar

La hegemonía estadounidense se ve desafiada ante la firma de un acuerdo entre sus dos principales contrincantes a nivel mundial.

Este martes 9 de marzo la agencia espacial de Rusia Roscosmos y la Administración Espacial Nacional de China (CNSA) firmaron un acuerdo para desarrollar en forma conjunta una base en la superficie de la Luna, en la orbita o en ambas. Esta nueva apuesta de estas dos potencias se plantea como un nuevo desafío político, tecnológico e incluso económico a los EE.UU. País que planea no solo ser el primero en poner una mujer en la superficie lunar para 2024, sino establecer una base permanente en el polo sur lunar. Como este acuerdo ha terminado de desencadenar una nueva carrera espacial donde los Estados repiten sus pujas por la supremacía más allá de los límites de la Tierra.

Acuerdo entre potencias espaciales

El acuerdo firmado por Dmitri Rogozin jefe de Roscosmos y Zahng Kejian jefe CNSA tiene como objetivo “promover la cooperación en la creación de la Estación Lunar Científica Internacional con acceso abierto para todos los países interesados y socios internacionales”. Por lo tanto, si bien la futura estación será desarrollada por ambas potencias, el documento busca sumar más naciones y más financiación. En cuanto a las características exactas de la estación, Roscosmos aclaró que la Estación Científica Lunar Internacional representa “un complejo de instalaciones experimental creadas en la superficie y/o en la órbita de la Luna”. Siendo que aún queda un largo camino hasta que ambos países coordinen el tipo de estación que habrán de construir, pero de ser en la superficie ambos países planean hacerlo en el polo sur. Esto se debe a la confirmación por diversas agencias espaciales de la presencia de agua en esa zona de la Luna, donde se sospecha puede haber agua congelada al interior de cráteres que se encuentran en sombra perpetua.

Con la misión Chang’e-5 China finalizó a principios de 2021 la tercera etapa de su programa de exploración lunar, comenzado la ambiciosa cuarta etapa. Esta pretende estudiar la región del polo sur lunar, al igual que los EE.UU, para futuras expediciones tripuladas. China planea alrededor del 2024 que la misión Chang’e-6 aterrice cerca del polo sur lunar para recolectar muestras del suelo y llevarlo de regreso a la Tierra. Posteriormente la Chang’e-7 llevará a la Luna un pequeño Rover y un pequeño módulo de demostración con motores a reacción. Finalmente, la Chang’e-8 será la misión que desarrollará las tecnologías claves para la actividad de minería en la superficie lunar y la construcción de una futura estación en conjunto con Rusia.  

 

En tanto Rusia la otra nación firmante del acuerdo y pionera de la exploración espacial, busca recuperar terreno luego que en las últimas décadas su programa espacial haya quedado detrás del de EE.UU. y China. En función de este objetivo, Rusia lanzará en octubre del 2021 desde el cosmódromo de Vostochni, la estación interplanetaria automática Luna-25 la primera estación lunar rusa. De tener éxito, hará el primer aterrizaje suave del mundo en la región circumpolar meridional de la Luna cerca del cráter Boguslawsky. Los instrumentos que posee el Luna-25 investigaran la composición, estructura y propiedades físico-mecánicas del regolito lunar, el polvo y la exosfera de plasma alrededor del polo sur lunar. Para el 2024 Rusia planea poner en la órbita del satélite el Luna-26 que permitirá crear un mapa en 3D de la superficie y encontrar el mejor lugar para desarrollar una misión tripulada rusa estimada para el año 2031.

Intentos de EE.UU. por mantener su hegemonía

El presente acuerdo entre Rusia y China representa un desafío al proyecto estadounidenses de exploración en la Luna y en especial en su polo sur. En el transcurso de la administración Trump se creó el programa Artemisa que pretende poner sobre la Luna para el 2024 a la primera mujer y a un hombre, pero eso solo será el primer paso para la creación de una base permanente en el polo sur lunar. El programa constara de tres misiones, siendo en Artemisa 3 donde serán enviados a la Luna 4 astronautas en el módulo Orión mediante el cohete SLS. Al llegar a la órbita del satélite se acoplarán a la nave Gateway, donde dos astronautas bajaran en el módulo lunar HLS mientras los otros dos orbitarán el satélite a bordo del Gateway-Orión. Los astronautas en la superficie lunar trabajaran por 6 días con la ayuda de un Rover, colocado en misiones anteriores, realizando experimentos científicos y demostraciones de tecnología. Dejando el terreno preparado para futuras misiones que terminarán de establecer la base lunar permanente Artemisa. 

Al mismo tiempo a finales del 2020 EE.UU. lanzó “Los acuerdos Artemisa”, que excluyen directamente a China y Rusia, este acuerdo liderado por EE.UU. fue firmado por Australia, Canadá, Italia, Japón, Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido. Y se basa en una ampliación del tratado sobre el espacio ultraterrestre firmado por muchos países en 1967. Los principios de este acuerdo destacan la exploración pacifica, la transparencia de actividades para evitar conflictos, la interoperabilidad, la asistencia de emergencia, el registro de objetos espaciales, la publicación de datos científicos, la preservación del patrimonio (como los sitios de las misiones Apolo) y la extracción de recursos.

Y es en la explotación minera donde EE.UU. busca crear y encabezar este nuevo marco normativo, ya que la explotación de la superficie y el subsuelo lunar, (incluyendo el agua en los polos), se volverá estratégico. En parte porque la Luna es el actual banco de pruebas de las misiones a Marte y en parte porque se sospecha que el satélite posee múltiples y rentables recursos minerales.  Así, no es de extrañar que ante el intento de los EE.UU. de reglamentar el acceso y control de los recursos lunares, Rusia y China unan fuerzas para desarrollar sus propios proyectos bajo sus propias normas. Este escenario es el inicio de una nueva era de increíbles avances tecnológicos en nuevos mundos, pero donde las viejas rivalidades entre potencias marcarán el rumbo de los acontecimientos.

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