Harris and Pelosi at the Helm of the United States

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Harris y Pelosi, en el puente de mando de Estados Unidos

La vicepresidenta y al presidenta del Congreso son, literalmente, la segunda y la tercera personas más poderosas de EE UU, es decir, del mundo

Quizá la única gran concesión o guiño del discurso del presidente de EE UU, Joe Biden a las guerras culturales en los últimas semanas haya sido su arranque del discurso del miércoles. Cuando se dirigió a las dos mujeres que lo contemplaban a su espalda, la presidente del Congreso, Nancy Pelosi, y la vicepresidenta, Kamala Harris. «Señora presidenta», dijo, «señora vicepresidenta…». No pudo seguir porque el aplauso fue restallante. Cuando pudo retomar añadió lo evidente, a saber, que «ningún presidente ha dicho jamás esas palabras desde este estrado. Ningún presidente ha dicho nunca esas palabras, y ya era hora».

Si alguna vez el sintagma poder femenino ha significado algo más que una consigna identitaria, fue entonces: Harris y Pelosi son, literalmente, la segunda y la tercera personas más poderosas de Estados Unidos, esto es, del mundo. A Biden tampoco parecen escapársele las posibilidades propagandísticas de usar su edad, y la madurez de Harris, para darle la vuelta al argumento de que en algún momento tendrá que cederle el puesto. Resultó evidente cuando al detallar el horizonte que a su juicio espera al país gracias a los nuevos paquetes de estímulos.

Unos paquetes que «crearán miles y miles de empleos bien remunerados». Que, entre otras cosas, conectarán a «todos los estadounidenses con Internet de alta velocidad, incluido el 35 por ciento de las zonas rurales de Estados Unidos que aún no lo tienen. Esto ayudará a nuestros niños y nuestras empresas a tener éxito en la economía del siglo XXI». «Y le pido a la vicepresidenta que lidere este esfuerzo, si ella…». Inmediatamente Harris cortó la frase. «Por supuesto», dijo. «Sé que se hará», zanjó Biden.

Fue así que la agenda feminista enlazaba al mismo tiempo con la otra gran agenda, la más importante, que es la de apelar a los desheredados, y a los perderores de la globazación, y a los que quedaron fuera del reparto de beneficios en las dos Costas. Porque sólo ganando su apoyo Joe Biden podría comenzar a suturar una brecha política que es también cultural y económica. La clase de abismo que pretende tapiar mediante sus invocaciones a todos los estadounidenses, mediante sus guiños a los republicanos y mediante la recuperación de unos mensajes que podrían formar parte de El regreso liberal de Mark Lilla, cuando denunciaba que el Partido Demócrata estaba preso de la atomización elitista de quienes apostaban todo a la fragmentación. Eso sí, en el frontispicio de todo eso, y en el puente de mando, el poder femenino de Harris y Pelosi.

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