EE.UU., rezagado en la carrera del 5G con China
Dentro de la pesada herencia que Donald Trump le dejó a Joe Biden se encuentran los magros resultados de la errática estrategia para contener el ascenso tecnológico de China.
Al igual que en el frente comercial, Trump apostó a las sanciones, las prohibiciones y la intimidación para intentar doblegar a China. Fracasó en ambos planos. En lo comercial, terminó ampliando el déficit bilateral en favor de China.
En tanto, en materia tecnológica, EE.UU. no logró frenar el impresionante ritmo del avance chino. El gigante de telecomunicaciones Huawei, apuntado por EE.UU. como símbolo de ese ascenso, luce más afianzado que nunca como líder global en redes de 5G.
Trump acusó sistemáticamente a Huawei de ser una amenaza para la seguridad de los EE.UU., bajo el pretexto de que la empresa espiaría en terceros países bajo las órdenes del Partido Comunista Chino.
Nunca se presentó evidencia al respecto. Trump impulsó asimismo un boicot internacional contra Huawei, buscando que aliados históricos de los EEUU prohíban a la empresa en sus licitaciones de 5G.
Lo cierto es que, además de los EE.UU, apenas ocho países han seguido, hasta ahora, la línea de Washington. Huawei ya ha firmado más contratos de 5G que cualquier otra empresa de telecomunicaciones, la mitad de los cuales son para redes en Europa.
EE.UU. ni siquiera ha podido persuadir a algunos aliados importantes y muy cercanos. Por caso, Canadá y Alemania aún se mantienen reticentes a confirmar restricciones amplias contra Huawei.
La empresa también participa en las redes 5G de miembros de la OTAN como Hungría, Islandia, Países Bajos y Turquía, entre otros. Con presencia en más de 170 países, la proyección internacional de Huawei está cimentada en la alta calidad y competitividad de los productos y servicios que ofrece.
En paralelo al fallido boicot internacional, la administración Trump aprovechó el dominio de EE.UU. en semiconductores -podio que comparte con su aliado no formal Taiwán- para asfixiar a Huawei, muy dependiente de esos suministros críticos. Previendo eso, la empresa ya había acumulado importantes stocks, lo que atenuó el impacto.
Además, Trump no hizo más que acelerar los planes de China para lograr la autosuficiencia en este sector. China aumentó un 80% la producción doméstica de semiconductores en los últimos cuatro años, con la empresa SMIC a la cabeza. Asimismo, el gobierno chino lanzó un descomunal programa de incentivos para fomentar nuevos “campeones nacionales” en materia de innovación tecnológica.
Biden ha tomado debida nota de este fracaso. El demócrata ha reconocido que, para competir con China, no sólo son importantes las restricciones -que de hecho ha mantenido y ampliado-, sino que también será necesaria una verdadera revolución de inversiones para apuntalar a las empresas tecnológicas norteamericanas.
En esa línea van los paquetes de estímulo recientemente aprobados con amplio consenso bipartidario en el Congreso, como la Endless Frontier Act.
Está claro que, más allá de la fallida estrategia de Trump, una de las principales razones por las que EE.UU. ha tenido escaso éxito en persuadir a otros países para prohibir a Huawei es que aún no ofrece una alternativa competitiva. EE.UU. no tiene ni tendrá en el corto plazo una empresa que pueda disputar de igual a igual frente Huawei en la carrera del 5G. Por ahora, a lo sumo, puede seguir obstaculizando.
Para concluir, no caben dudas de que Huawei se está imponiendo con comodidad la carrera por el 5G a nivel global y los EEUU, que han planteado esta cuestión como central en la disputa geopolítica con China, aparecen rezagados en la competencia. No obstante, todavía queda un largo camino por delante, con la futura competencia por el 6G ya planteada en el horizonte de los próximos 15 años.
Patricio Giusto es Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente del Posgrado sobre China Contemporánea de la UCA y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China).
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