Is Social Media Accountable?

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Independientemente del sistema de gobierno o la ideología, en mayor o menor grado, todos los Estados del mundo anhelan tener herramientas para controlar los contenidos en internet, especialmente de las redes sociales.

Salvo casos extremos como en China, las redes sociales, por lo pronto, han logrado capotear la censura. En ejercicio de la libertad de expresión y al amparo de normas como la Sección 230 de la ley de telecomunicaciones de EE. UU., Google, Twitter y Facebook, en términos generales, no están obligados a responder por los contenidos que suben sus usuarios.

Con la Primavera Árabe, hace diez años, alrededor de las redes sociales se creó un mito libertario y romántico, el cual se desvanece cada vez más. Hasta enero pasado, a propósito de la toma violenta del Capitolio en Washington, no se sabía cuán lejos podían llegar las Big Tech en el manejo de las redes sociales. Ahora está claro que están dispuestas a “desconectar” a quien resulte indeseable por sus mensajes, así sea el propio POTUS y a pesar de que se les acuse de “lunáticos de la izquierda radical que le temen a la verdad”, como lo pregona Trump.

En el caso de Facebook, la decisión de censurar al presidente fue avalada recientemente por su “Corte Suprema”, con la advertencia de que lo mismo se debería hacer con otros líderes del mundo y que para el efecto es necesario crear parámetros objetivos. La legitimación de esa censura podría tener una enorme trascendencia jurídica. Las redes sociales estarían forzadas a suprimir los contenidos que violen un determinado ordenamiento constitucional o legal y no sería simplemente a su discreción.

Es una realidad: empresas cuyo negocio principal es la explotación de los datos personales acabaron siendo, en la práctica, árbitros de la verdad y la libertad de expresión. A pesar de todas las críticas que merezcan, las redes sociales son el único medio que tienen cientos de millones de personas para hacerse oír.

La Revolución francesa fue posible sin disparar un trino, pero, en el mundo moderno, sin dios ni ley, las trasformaciones sociales y políticas, para bien y para mal, se están generando desde las redes sociales.

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