The US and Colombia: Time To Protect the Relationship

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La semana pasada, un carro bomba sacudió una base militar en Cúcuta hiriendo a 36 personas y poniendo en riesgo la vida de militares estadounidenses y colombianos. Afortunadamente, aunque nadie falleció, este ataque marca otro incidente preocupante en un periodo de inestabilidad en uno de nuestros aliados regionales más importantes. Este acto de violencia es el último intento orquestado por socavar al presidente Iván Duque y su gabinete.

Si bien algunas de las protestas por parte de los ciudadanos fueron de manera pacífica para expresar sus quejas, las manifestaciones fueron rápidamente infiltradas por grupos izquierdistas e intrusos extranjeros, que intentaban sembrar división e inestabilidad. Nadie debe dejarse engañar. Muchos de los que causan estragos en la actualidad no lo hacen para protestar pacíficamente, sino para deslegitimar al gobierno de Duque y agravar la relación bipartidista entre Estados Unidos y Colombia.

En centros clave de violencia como Cali hemos visto informes que confirman que miembros del ELN, una organización terrorista extranjera designada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, infiltraron las protestas. A ellos se suman las fuerzas disidentes de las FARC, junto con individuos vinculados a los regímenes de Maduro y Díaz-Canel para aprovechar la ocasión e instigar las llamas de la violencia. Aunque debemos esperar el resultado de una investigación formal, el carro bomba de la semana pasada en Cúcuta es indicativo de previas acciones similares por parte de estos grupos guerrilleros antidemocráticos.

Los legisladores estadounidenses no debemos permitir que los disturbios en Colombia dañen nuestra relación con su Gobierno. Demasiados legisladores han cedido en su postura hacia Colombia en los últimos meses, con miembros de la izquierda política de Estados Unidos que buscan recortar la ayuda externa a Colombia. Hace unas semanas, la líder del grupo marxista y prochavista Code Pink –quien en 2019 fue invitada por el narcodictador Nicolás Maduro a invadir y ocupar la Embajada de Venezuela en Washington D. C.– estuvo presente en las protestas en contra de Duque en la capital de Estados Unidos. Los secuaces de los regímenes de Maduro y Díaz-Canel están ansiosos por sabotear al Gobierno colombiano. Nunca debemos permitir que estos grupos se salgan con la suya.

Ahora, más que nunca, Estados Unidos debe apoyar a su gran aliado. Los bloqueos en toda Colombia, a raíz de las protestas, han creado una serie de consecuencias devastadoras para el país: escasez de alimentos y gasolina, retrasos en las entregas de vacunas contra la covid-19, daños a empresas privadas e impactos a las pequeñas empresas de empresarios colombianos en el exterior tras el incremento del vandalismo en todo el país.

Estados Unidos puede empezar ofreciendo apoyo y profundizando los lazos diplomáticos con nuestros amigos en Bogotá. Estados Unidos debe mantener su compromiso de ayudar al Gobierno colombiano a desmantelar las organizaciones criminales, así como a combatir la amenaza del ELN, los disidentes de las FARC y otras bandas criminales que operan ilegalmente en la región –particularmente aquellos que desestabilizan la frontera entre Colombia y Venezuela–.

La cooperación entre Estados Unidos y Colombia y la seguridad del pueblo colombiano deben seguir trascendiendo la afiliación e ideología partidista en Estados Unidos. El próximo año se cumplirán 200 años de relaciones bilaterales con Colombia, lo cual demuestra la solidez y longevidad de nuestros vínculos. También debemos reconocer los importantes logros de Colombia en los últimos años, convirtiéndose en el primer socio de la OTAN en Latinoamérica y su ascenso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los lazos entre nuestras naciones se basan en los valores democráticos, así como en un interés mutuo de promover la estabilidad y el crecimiento económico de nuestros vecinos en la región. Estados Unidos y el gobierno Duque tienen un interés común en defender los derechos humanos, la democracia y la paz en la región. Desde Estados Unidos debemos dejar muy claro nuestro apoyo al pueblo colombiano antes que sea demasiado tarde.

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