Afghanistan: A Point of Anguish

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Afganistán, eje de angustias

La forma en que se dio la salida de la coalición que encabezaba EU para invadir ese país asiático es un punto bajo para el prestigio global de Washington

El retiro estadounidense de Afganistán marca un golpe a la imagen de Estados Unidos, un nuevo hito de lo que algunos consideran la decadencia de la potencia hegemónica, un serio problema político para el presidente Joe Biden y sus aliados demócratas y una renovada etapa conflictiva para Afganistán.

La forma en que se dio la salida de la coalición que encabezaba Estados Unidos para invadir Afganistán, hace casi 20 años, marca un punto bajo para el prestigio internacional de Washington y su confiabilidad como aliado, pero fue más un gravísimo fracaso político que una derrota militar.

Las imágenes de civiles afganos en busca de salir del país a como diera lugar desde el aeropuerto de Kabul, los señalamientos internos sobre la precipitación con que se realizó el retiro de tropas y civiles, y las quejas de las naciones aliadas sobre la conducta del gobierno estadounidense originan reverberaciones que se sienten más allá de Kabul y Washington.

El movimiento Talibán enfrentará un reto. Por un lado, parece menos monolítico y con varias facciones, amén de la distancia entre sus promesas de un régimen islámico menos rígido y la realidad de una base radicalizable.

De entrada, la pregunta es quién o cómo se llenará el lugar que deja EEUU, y se supone que países como Rusia, China, Pakistán, Irán y hasta Turquía o las naciones de la península arábica buscan o buscarán acercarse al gobierno de los talibanes.

Varios de ellos tienen interés permanente en su respectiva frontera con Afganistán y evitar que se convierta en refugio, o base, de movimientos militantes islámicos. Tienen interés en adelantar sus propias políticas y sus marcas de islamismo y todos en probables riquezas naturales, minerales en especial.

Hay también preocupación por un flujo de refugiados, tanto en las naciones cercanas como en Europa.

La salida estadounidense provocó también movimientos y valoraciones geopolíticas que ya incluyen el final del bloqueo árabe a Qatar y evaluaciones en países que, según reportes, van de Bangladesh, Myanmar, Nueva Zelanda a Egipto e Israel.

Hay actores no estatales que tienen también visiones que pueden crear problemas para el nuevo régimen Talibán, como demostró el grupo Estado Islámico-K y sus vínculos con otros grupos en la región que afirman ser parte del ISIS y ven a Afganistán como refugio o como una base de operaciones.

La responsabilidad de todo el desbarajuste político será atribuida a Biden, por lo que se ha calificado lo mismo como un ignominioso retiro o una vergonzosa concesión, y que ya comenzó su defensa con señalamientos sobre el cumplimiento de la promesa de terminar una guerra que llevaba casi 20 años y que para muchos duró 18 años más de lo debido.

Pero ninguna explicación evitará que sus críticos, especialmente republicanos, aprovechen las imágenes del aeropuerto de Kabul, las expresiones de desagrado de los aliados, el abandono de colaboradores afganos y hasta la pérdida de dignidad y prestigio.

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