Buenos principios y malos finales
Entendemos por «buenos principios» a los que posee una persona con virtudes y valores morales reconocidos como positivos por la sociedad. Otra acepción del término «principio» se aplica en novelas, guiones cinematográficos o acontecimientos diversos, aludiendo al un buen comienzo del acontecimiento en cuestión. También tiene su derivada irónica con la expresión «mejor buenos finales que buenos principios». Esta sentencia es la que podría aplicarse a misión aliada afgana, puesto que lo que comenzó hace veinte años como una operación ampulosamente denominada «Libertad duradera», ha resultado tener duración limitada en el tiempo y con un final lamentable e inexplicable tras tantos años de presencia en el territorio.
Hoy finaliza oficialmente esa retirada/ desbandada, que Biden quería conmemorar coincidiendo con el aniversario de aquel trágico 11-S que la motivó. Pero poco hay que celebrar recibiendo como despedida los féretros de soldados muertos y dejando otros como represalia, mientras el aeropuerto de Kabul es en sí mismo un crespón negro de la historia de EEUU y sus aliados en defensa de la libertad.
Hoy se cierra una puerta de la historia que se abrió hace treinta años, un 8 de diciembre de 1991, escenificada unos días después arriando la bandera roja de la hoz y el martillo del Palacio del Kremlin en Moscú. Aquella libertad impetuosa que recorrió Occidente fue un espejismo. Caduca hoy en Kabul treinta años después.
Ahora se abre la puerta de acceso a un futuro ignoto, pero menos libre, digno, seguro y justo para la humanidad.
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