México y EEUU: En busca de entenderse
Lo más complicado es que ambos deben caminar mucho para llegar a algún lado y no hay forma de evitar las exigencias de sus propias necesidades
WASHINGTON. La buena noticia es que los gobiernos de México y Estados Unidos vuelven a hablar y parecen determinados a que sea algo más que un diálogo en el que uno y otro se dirigen más a sus audiencias que para entenderse o buscar coincidencias.
Lo más complicado es que ambos deben caminar mucho para llegar a algún lado y no hay forma de evitar las exigencias de sus propias necesidades o limitaciones políticas internas. La reanudación, la semana pasada, del Diálogo Económico de Alto nivel (DEAN) ofrece posibilidades, como las que abrían más o menos los contactos que lo precedieron hasta su interrupción hace cuatro años, cuando el régimen de Donald Trump lo convirtió en un monólogo del poder que obligó a medidas reactivas y no necesariamente a una conversación sobre problemas comunes.
Ciertamente hay lugar para el optimismo, moderado si se quiere, pero optimismo. La necesidad es un imperativo y ambos gobiernos necesitan del otro por razones propias: puede decirse que los temas paralelos de migración y seguridad prioritarios para EEUU tiene un vínculo cercano con las propuestas mexicanas de desarrollo y complementariedad.
En el caso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la apuesta económica está ligada, a querer o no, con la solidez de la relación con Estados Unidos.
Pero la responsabilidad final es de cada uno aunque quizá más en el lado más fuerte, el estadounidense.
Según varias fuentes, hay preocupación en EU sobre la dirección de México, y hay presiones para que el gobierno Biden adopte posiciones más fuertes en temas como los relacionados con la industria energética y las preferencias que el gobierno mexicano brinda a las empresas gubernamentales.
Pero los problemas vinculados con la migración son de importancia crítica para el gobierno Biden. Su necesidad doméstica es inmediata y se impone a otras consideraciones, incluso aquellas que por razones ideológicas pudieran llevar a problemas con el Congreso estadounidense.
En ese marco, según expresión de una fuente en Washing- ton, el DEAN no es un mecanismo de solución de problemas sino un espacio de discusión que con suerte permitirá evitar que algunos de los problemas se hagan mayores.
Más aún, implicaría un enfoque en áreas de cooperación, así como en la discusión de temas complicados. Pero cuidado. El día previo a la reunión, un funcionario estadounidense dijo a periodistas que “los actores económicos más importantes en México son las empresas de EU” y que “no somos responsables, no podemos obligar a las empresas a invertir”, toda vez que es trabajo del gobierno mexicano crear el entorno adecuado.
La relación económica y política es importante para los dos países y mantenerla es trabajo de los dos gobiernos. Es bueno que vuelvan a conversar, a discutir, pero más que lleguen a entendimientos. Ya no es tiempo de reinventar el hilo negro y por mutuo acuerdo, su primer examen parcial será en noviembre.
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