Migración, otra vez factor bilateral
Las imágenes son brutales y elevan la presión sobre Biden, que en su campaña electoral prometió una política migratoria más abierta
La migración vuelve al primer plano en la lista de problemas del presidente Joe Biden y de la relación entre Estados Unidos y México, ante la situación de miles de migrantes haitianos que tratan de cruzar la frontera común sólo para ser detenidos y deportados.
Las imágenes son brutales y elevan la presión sobre Biden, que en su campaña electoral prometió una política migratoria más abierta, pero desde su asunción, el 20 de enero, se ha visto obligado a mantener medidas de dureza de su predecesor, Donald Trump.
Paralelamente, el gobierno mexicano enfrenta la situación con una combinación de mal disimulado disgusto, ante el énfasis en sus propios problemas migratorios –incluso respeto a derechos humanos– y la racionalidad de sus propias propuestas para paliar incentivos de migración desde Centroamérica. De hecho, fortalece al menos temporalmente la postura del presidente András Manuel López Obrador en la relación bilateral, ya que subraya la importancia de la colaboración de México para reducir considerablemente la llegada de presuntos peticionarios de asilo.
La urgencia de la situación y muy en especial las consideraciones de política doméstica en Estados Unidos son un factor importante en este momento, cuando Biden parece asediado en lo interno y lo externo.
Por un lado, permiten que el gobierno mexicano enarbole su simbólico respaldo a Cuba y Venezuela como reafirmación de la postura independiente de México, mientras agita igualmente el espectro de la inversión china como posible alternativa de financiamiento.
En ese sentido, la presencia de los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y Venezuela, Nicolás Maduro, en la cumbre de países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), la semana pasada, fue en buena medida una forma de marcar nuevos límites en la relación con Estados Unidos, aunque haya irritado a sectores de ese país.
Pero al mismo tiempo, destacan la necesidad de colaboración y de que el gobierno estadounidense se ponga de acuerdo con el mexicano en planes para el desarrollo del sureste de México y los países del Triángulo Norte de Centroamérica.
Tanto el encuentro de CELAC como el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) con Estados Unidos, que lo precedió y subrayó la importancia de la asociación bilateral, encajarían en las intenciones del gobierno mexicano.
El espectro de negociaciones bilaterales sobre seguridad, a realizarse en noviembre, ofrece una perspectiva adicional al problema. El gobierno de López Obrador apuesta a una alianza comercial, económica y de seguridad con EU, pero también a colocar a México no sólo como un socio tan independiente como indispensable para el país del norte, sino como un interlocutor y facilitador de diálogo con un continente donde está representado todo el espectro ideológico.
En el momento actual parece viable, pero toda negociación se trata de intercambios.
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