México, EU y el dilema de la seguridad
El próximo viernes 8 de octubre en Ciudad de México se celebrará el Diálogo de Seguridad de Alto Nivel entre México y Estados Unidos. Del lado de los americanos participarán el secretario de Estado, Antony Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y el fiscal general, Merrick Garland. La delegación está pesada.
Ayer en una banquetera, después de otro evento, el canciller Marcelo Ebrard dijo: “La agenda principal es un documento de entendimiento que hemos venido trabajando junto con EU sobre cuáles son las prioridades en el enfoque de seguridad en las que podemos coincidir”. Y advirtió: “Lo que fue el fundamento de la Iniciativa Mérida, sus objetivos principales, su contexto, queda ya superado con este nuevo encuentro México-EU”. Y dijo que la base es el “respeto mutuo”.
Y dejó claro que la migración no será parte de esta reunión, lo cual está bien, porque como él lo dijo, nada peor que mezclar temas en una relación tan complicada. Los estadunidenses llegan en momentos políticos complicados para Joseph Biden. En medio de una lucha en el Congreso por el presupuesto después de 2020, en el que se rompió récord de homicidios y en tiempos en que, a pesar de los escándalos legales y mediáticos alrededor del consumo de drogas sintéticas, el consumo de éstas y otras drogas sigue creciendo.
México tampoco está en el mejor momento en términos de seguridad. Los números de homicidios, la expansión territorial de la delincuencia organizada en varias zonas del país, los incidentes en la zona del Pacífico durante y después de las elecciones y lo que puede suceder si lo que se rumora es cierto.
Si bien es cierto que la migración es el asunto que más importa a los estadunidenses, el asunto de la seguridad es el más duro y el que mayores fricciones causa desde hace muchos años. La detención de Salvador Cienfuegos sigue en el ánimo del gobierno mexicano, y la desconfianza de los estadunidenses a la estrategia del gobierno es muy clara.
Pero los próximos años no se ven nada bien para la seguridad en ambos países. La pregunta, más allá de estrategias concretas, es si se podrá en este ambiente recobrar la confianza que permita la colaboración concreta que traiga resultados que, en estos tres años, simplemente no existen.
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