Migration: A Growing Problem

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Migración, problema creciente

El tema es un choque fundamental en la conciencia estadounidense, respecto al país que es y el que quieren ser. Y tiene resonancia en México

Paso a paso, kilómetro a kilómetro, el avance de una caravana de migrantes centroamericanos desde el sur de México y rumbo al norte, es seguido por los medios de prensa estadounidenses como reflejo del brutal debate que rodea su llegada y la presencia de solicitantes de asilo en la frontera sur de Estados Unidos.

El tema es un choque fundamental en la conciencia estadounidense, respecto al país que es y el que quieren ser. Y ese debate tiene resonancia en México.

En Estados Unidos, algunos desean una mayor apertura, pero también una mejor formulación en cuanto a llegadas. Ese es, en parte, el origen de los problemas del presidente Joe Biden, que envió confusos mensajes al principio de su gobierno y ahora enfrenta la insatisfacción de aliados y adversarios.

Por conveniencia política o por convicciones cercanas a la xenofobia y al racismo, un sector de la población estadounidense suele culpar a los migrantes de todos los problemas que enfrenta su sociedad.

Los republicanos han sido hace décadas los abogados de un mayor control migratorio y eso los ha llevado a vincularse, e incluso, buscar el voto y la asociación con grupos supremacistas y neonazis.

No son los únicos, por cierto. En Europa se ven las mismas tendencias en varias naciones, incluso algunas que a su vez fueron antes emisoras de migrantes; en varios países asiáticos se han visto sentimientos similares y el continente americano no es la excepción: en Chile, un candidato presidencial de derecha propone cavar fosos en las fronteras.

México no es ajeno al problema, ni como emisor, ni como receptor, ni como punto de paso. Su situación es más compleja por su vecindad con EEUU, imán para una buena parte de los migrantes del mundo y en especial para latinoamericanos.

En ese sentido, el trato a las caravanas y a los migrantes ya acampados o apilados en la frontera con Estados Unidos es un foco de atención. Una bienvenida abierta es negativa y ayuda a los argumentos de quienes favorecen medidas de fuerza, como la construcción de un muro en la frontera.

Pero un cierre y un trato hostil resultaría en un choque con grupos que han sido tradicionalmente aliados de México en la defensa de sus migrantes en EEUU, amén del contraste en la forma en que los mexicanos se ven a sí mismos, la realidad de las odiseas y su impacto en la relación con otros países latinoamericanos. Las complicación es tanto mayor por el rejuego de los grupos interesados en México, donde hay amparos y medidas cautelares para asegurar el respeto a los derechos humanos de los participantes de las caravanas.

El problema es que los factores ecológicos y económicos que empujan a los migrantes de Centroamérica –en especial–, pero también del Caribe, no se reducirán, sino más bien aumentarán en el futuro previsible. Eso obliga a una respuesta coordinada de los gobiernos de EEUU y México, más allá de los intereses político-partidistas del momento.

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