The Virginia Barometer

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El barómetro de Virginia

Muchos creen que a Kamala Harris le queda grande su actual puesto

Es posible que el principio del fin de la presidencia Biden haya sido la elección del republicano Glenn Youngkin como gobernador de Virginia. Este territorio vive desde hace tiempo escindido en dos mitades y es un buen barómetro para detectar hacia dónde evoluciona el país. Los suburbios de las ciudades y la franja que limita con Washington D.C. votan demócrata. En la vecindad de la capital se ha creado un ecosistema de empresas tecnológicas y de defensa, universidades y emprendedores que no tiene nada que envidiar a la pujanza de Silicon Valley. El resto de Virginia tiende a ser más conservador. Los republicanos ahí son mayoría y se les distingue incluso por la forma de vestir. A pesar de los estragos de la pandemia, muchos están orgullosos de no llevar mascarilla.

El nuevo gobernador Youngkin no tenía experiencia política alguna. Fue un destacado jugador de baloncesto en la universidad y luego un exitoso inversor. Representa al sector republicano más favorable al libre mercado. Aunque bendecido por Donald Trump, ha actuado con cierta autonomía respecto al jefe indiscutible del partido. Ha atraído a numerosos votantes demócratas, preocupados por asuntos como la tibia recuperación económica, el fracaso de la vacunación contra el Covid-19, la imposición de teorías radicales en las escuelas sobre racismo estructural y el fiasco de Afganistán. A estas alturas, Joe Biden ni siquiera puede argumentar que empieza a cumplir la principal promesa con la que llegó a la Casa Blanca, unir al país. Tiene peor índice de popularidad que Bill Clinton o Barack Obama antes de que perdiesen las elecciones legislativas, un 42%. El presidente dedica sus mejores esfuerzos a negociar con legisladores demócratas para aprobar su legislación sobre infraestructuras. Toda la política es local y de ahí el frenazo de Estados Unidos en la cumbre de Glasgow a limitar su uso del carbón. La sensación extendida es que a Kamala Harris le queda grande su actual puesto y no es una candidata viable para 2024. Los demócratas empiezan a temer que su renacimiento político en Washington sea breve y dure aún menos que esta presidencia.

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