The Problems with Biden’s Agenda

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Los problemas de Biden y su agenda

La posición política del Presidente ha sido debilitada por crisis de alta visibilidad, como la desordenada y muy debatida retirada de Afganistán

A reserva de sorpresas, y apenas a un año de haber tomado posesión el 20 de enero de 2021, el gobierno del presidente Joe Biden está enmedio de una brutal guerra política doméstica que prácticamente cancela su capacidad de cumplir promesas electorales.

Biden, un político capaz, entró al poder con un Congreso literalmente dividido a la mitad, con una mayoría de apenas 221 a 212 en la Cámara baja, y de 51 a 50 en la alta, gracias a que por ley, la presidencia del Senado corresponde al vicepresidente, en este caso la exsenadora Kamala Harris.

Pero ni siquiera los más optimistas partidarios de Biden esperan que los demócratas retengan su relativo control del Congreso en las elecciones legislativas de noviembre de 2022, que desde ya se augura como desastrosa para el partido del Presidente.

Parte importante del problema es la división en las propias filas demócratas, un partido tradicionalmente fraccionado.

Según encuestas, Biden es un presidente impopular, con números que se acercan a los de su antecesor Trump y un apoyo decreciente entre los mismos demócratas, tanto entre los independientes y un ala conservadora visiblemente desconfiada de las tendencias progresistas del mandatario, como especialmente de un ala izquierda que se siente decepcionada porque Biden no puede imponer su agenda.

Con todo, mantiene respaldo entre demócratas, aunque entre los más liberales parece reflejar la sensación de que no hay tanto lugar hacia dónde dirigirse en un país que parece hoy por hoy dominado por tendencias derechistas, sean extremistas aliados con Trump como conservadores que a querer o no lo acatan.

Los problemas de Biden se reflejan, más recientemente, en el virtual fracaso de su propuesta legislación de “Reconstruir mejor” (Build Back Better) que dedicaría 1.75 millones de millones de dólares a programas sociales y de reconstrucción de infraestructura, pero que fue literalmente demolida por las dudas y la oposición final del demócrata conservador Joe Manchin, de Virginia occidental.

El hecho, en todo caso, es que en estos momentos, Biden no es demasiado popular en el país, y eso tiene un impacto negativo real sobre su mandato. Peor aún, las perspectivas no son de que su situación vaya a mejorar, ante la abierta guerra política que los republicanos planean en su contra.

De entrada, la posición política de Biden ha sido debilitada por problemas de alta visibilidad, como la desordenada y muy debatida retirada de Afganistán; el aparente fracaso en controlar la pandemia de COVID-19, primero ante el embate de la variante Delta y ahora que la llegada de la Ómicron destruyó las esperanzas de un final de la crisis de salud.

Y para rematar, sus problemas con migrantes en la frontera con México y la práctica derrota de su propuesta reforma sin haber llegado siquiera a discusión en el pleno del Congreso.

Pero faltan 11 meses para las elecciones legislativas y casi 35 para las presidenciales.

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