Estados Unidos y el absurdo en la pandemia
Hemos visto en este año el crecimiento de aquellos que, basados en alguna superstición —hay de todas y muchas, todas risibles—, se niegan a vacunarse. Llegamos a ver en varios países del mundo a los que al principio de la pandemia decían que el virus no existía, sino que era un invento para quién sabe qué… Esos disminuyeron cuando se les empezaron a morir cercanos a los que habían contagiado con su estupidez. Sabemos que el conductor de mayor rating en un canal de noticias en Estados Unidos sigue insistiendo que la obligación de usar cubrebocas es una señal de autoritarismo, demostrando que no tiene idea lo que es el autoritarismo desde su sano privilegio de chico blanco formado en las mejores instituciones educativas.
Como en pocas partes del mundo, EU ha demostrado cómo la politización de un asunto de salud se vuelve un destructor de vida.
Ayer, la Suprema Corte de Justicia de EU impidió que el gobierno de Joseph Biden haga cumplir un mandato de vacuna o prueba anticovid para los grandes empleadores, terminando con un elemento clave del plan de la Casa Blanca para tratar de controlar la pandemia, al mismo tiempo que aumentan los casos resultantes de la variante ómicron.
No todos los países podrían tomar una medida similar dada la escasez de vacunas y, ahora, de pruebas en el mundo.
Pero ¿en Estados Unidos? El país acumuló gracias a su poderío económico más vacunas que las que podrían usar en mucho tiempo. Y aunque unos días hubo grandes colas para las pruebas por la demanda, siguen teniendo.
Pero volvamos a las vacunas. En un país en donde todo el que quiera tiene acceso y se podría vacunar mañana, solo 73 por ciento de la población entre 18 y 65 se ha vacunado; solo 88 por ciento de la población mayor de 65.
Y ahora, frente a la versión más contagiosa del virus, el bloque conservador de la Suprema Corte evita que los grandes empleadores puedan pedir vacuna o prueba. Total: que siga el contagio, que en algunas regiones de aquel país ya tiene a hospitales en crisis.
Es el triunfo de los supersticiosos imbéciles. Como el tenista serbio que mercería ser encarcelado.
Pero así andan las cosas en estos tiempos. Sigamos vacunándonos y cuidándonos.
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