Together against the USA

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Unidos contra EE.UU.

El presidente ruso, Vladímir Putin, se convirtió ayer en el primer líder extranjero en más de dos años que se reunía en persona con el líder chino, Xi Jinping. Ambos no solo presenciaron juntos la ceremonia de apertura en Pekín de los JJ.OO. de invierno, sino que antes mantuvieron un encuentro en que, además de reafirmar su buena sintonía personal, evidenciaron la creciente afinidad de ambas potencias, con intereses comunes en el actual escenario geopolítico mundial.

Tanto Putin como Xi coinciden en su estrategia de convertirse en contrapeso de EE.UU. y de sus aliados occidentales, y la crisis en Ucrania les ha dado un nuevo argumento. Ambos firmaron una declaración en la que piden el fin de la expansión de la OTAN y el abandono de “la ideología de la guerra fría”, una exigencia recurrente de Moscú a la que ahora se suma Pekín. Denuncian “injerencia occidental” en las “revoluciones de colores” y si China respalda a Rusia en Ucrania, Moscú apoya a Pekín en sus aspiraciones sobre Taiwán. En una relación más pragmática y estratégica que ideológica, Putin y Xi se alían para contrarrestar a las democracias liberales.

Putin y Xi Jinping refuerzan su alianza política y económica frente a Occidente

Una alianza estratégica que, ante posibles sanciones occidentales si hubiera una agresión rusa a Ucrania, tiene también un importante contenido económico. Ambas partes han firmado un acuerdo para el suministro de más gas ruso a China. Las exportaciones aumentarán hasta los 48.000 millones de metros cúbicos al año por un nuevo gasoducto, y Rusia aspira también a ser el principal proveedor de petróleo de su vecino. Occidente teme que Xi proporcione a Putin una especie de puerta trasera, comprándole gas y petróleo, que suavizaría el impacto de dichas sanciones.

Pekín está más cerca que nunca de Moscú. Rusia es el país que más créditos ha recibido de China, pero Putin, necesitado de un aliado que evite su aislamiento, debe ser cauteloso en sus movimientos en Ucrania, pues es una incógnita hasta dónde llegaría el salvavidas que le pueda ofrecer Xi. En lo que sí hay coincidencia entre ambos autócratas es en su ambición por expandir su influencia internacional.

La relación sino-rusa no ha estado exenta de altibajos. Al finalizar la guerra fría mejoró y el acercamiento creció al llegar Xi al poder en el 2013. Desde entonces se ha creado una asociación estratégica en temas comerciales, militares y geopolíticos que se ha fortalecido al aumentar los desencuentros rusos y chinos con EE.UU. Trabajan por una entente común que los fortalezca frente a Occidente, pero al mismo tiempo se miran de reojo, pues ninguna de las dos partes quiere que la otra se vuelva demasiado poderosa.

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