Biden Is Already Claiming Victory, but Not Ukraine’s

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Biden ya canta victoria, pero no es la de Ucrania

El presidente de Estados Unidos realiza un discurso triunfalista sobre el conflicto, pero no concreta los planes alternativos si Putin no se amedrenta ante las sanciones

Los escaños y la galería del Senado de EE.UU. tenían un ambiente de ‘barra brava’ de Boca Juniors o de fondo del Ramón de Carranza, con profusión de azul y amarillo (azul y oro, dirían los bosteros). Aparecían los colores nacionales de Ucrania en banderitas, corbatas, vestidos, pins, escarapelas, pashminas, chapas, broches, colgantes o parches pegados a los trajes de los legisladores e invitados. Faltó la lluvia de confeti azul y amarillo para que el discurso sobre el estado de la Unión fuera la celebración de un triunfo militar. Pero lo que llovía en Ucrania, como en las anteriores seis noches, era la artillería rusa sobre sus ciudades.

Joe Biden, todo sonrisas en su primer discurso con ese formato, cantó una victoria que no es la de Ucrania.

La reacción coordinada con sus aliados occidentales, las abrumadoras rondas de sanciones impuestas a Rusia y la creciente soledad de su líder, Vladimir Putin, por su agresión injustificada a Ucrania eran el motivo de celebración de Biden.

«Nos opusimos a las mentiras de Rusia con la verdad», dijo el presidente sobre las numerosas advertencias de su Administración sobre una invasión de Ucrania, negada mil veces por Moscú. «Y ahora que ha actuado el mundo libre le hace rendir cuentas», añadió antes de enumerar los costes económicos que tendrá la invasión para el régimen de Putin.

No habrá soldados estadounidenses en Ucrania

«Él creyó que Occidente y la OTAN no responderían. Y creyó que podría dividirnos aquí en casa», dijo sobre el presidente ruso. «Putin se equivocó. Estábamos preparados».

La preparación que se desea desde Kiev, asediada por un contingente ruso imponente, con las autoridades repartiendo fusiles a la población civil, va más allá de eso. Biden se hartó de celebrar el coraje de los ucranianos, su lucha heroica, su determinación, «que inspira al mundo». El primero, su presidente, Volodimir Zelenski.

Con los ojos entornados, animó a todo el público a levantarse en una ovación para enviar una «señal inconfundible» de que EE.UU. «está junto al pueblo ucraniano». Biden recordó la abundante ayuda militar y humanitaria concedida a Ucrania, además de las sanciones para estrujar a Putin. Pero Zelenski y el resto de ucranianos quieren más: zona de exclusión aérea en sus cielos -la Casa Blanca se ha negado varias veces porque supondría derribar aviones rusos-, más armamento, impulsar la entrada en la Unión Europea y OTAN y, a ser posible, intervención en el frente.

Biden volvió a dejar claro en el discurso del estado de la Unión que eso no es una posibilidad: no habrá soldados estadounidenses en territorio ucraniano. Pero sí que defenderá «cada centímetro de territorio de países de la OTAN».

Más dispuesto a debilitar a Putin que a ayudar a Zelenski

«Estábamos preparados», dijo Biden. Pero no ofreció una hoja de ruta ante el deterioro esperado de la situación en Ucrania. Putin persistirá en su objetivo de derrocar el Gobierno de Zelenski, instalar un líder títere y extirpar las ambiciones occidentales de Ucrania. La inteligencia estadounidense anticipa un cerco de Kiev y un endurecimiento de los bombardeos si los ucranianos, como parece, mantienen su resistencia. Es probable que se amontonen las víctimas civiles y las denuncias por crímenes de guerra. El presidente estadounidense no anticipó cuál será su respuesta ante ese escenario o ante la posibilidad -ya probada en la anexión de Crimea de 2014- que las sanciones no eviten el comportamiento destructivo del presidente ruso. No hizo promesas que no podrá cumplir.

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