The US Is Still Vital for European Security

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EEUU sigue siendo vital para la seguridad europea

La locura del Kremlin exige el reforzamiento del atlantismo al que muchos habían dado casi por muerto

La vuelta de EEUU al rol para el que no tiene sustituto en el mundo libre, tras un ciclo de ensimismamiento aislacionista, es una buena noticia. Su presidente concluyó el sábado su visita a Europa con un discurso cargado de profundidad ante una multitud en Varsovia que buena parte del continente necesitaba escuchar para sentir algo de alivio. Porque mientras la brutalidad de Putin sigue devastando Ucrania, desde la distancia en la que nos encontramos por ejemplo los españoles a veces resulta difícil comprender el verdadero temor que se respira en los países de la UE que tienen tan fresco el recuerdo de la bota de la Unión Soviética y que sufren el impacto actual de los bombardeos a pocos kilómetros de sus fronteras. Por ello, más allá de las negociaciones en Bruselas, de la adopción de sanciones y de los mensajes con que los Veintisiete dan por garantizada la seguridad y la integridad territorial de todos, muchos europeos querían escuchar palabras como las de Joe Biden: «¡Que ni se les ocurra a los rusos entrar ni un centímetro [en la frontera de Polonia] porque tenemos una obligación sagrada en el artículo 5».

El presidente estadounidense no hacía sino apelar a la defensa colectiva que obliga a todos los miembros de la OTAN a reaccionar si uno de ellos es atacado. Y Putin es bien consciente de esa advertencia. Pero el énfasis de Biden persigue que los ciudadanos de Europa no tengan duda alguna sobre el grado de compromiso de Washington con la defensa en este otro lado del Atlántico. Por una parte, porque en los últimos años -en especial desde el mandato de Trump- se había producido un progresivo distanciamiento geopolítico entre la UE y un EEUU, que parecía haber volcado todas sus energías en la pujante Asia-Pacífico -en claro antagonismo con China- y que ahora redescubre que la Historia también se sigue escribiendo en el Viejo Continente. Y, por otro lado, las opiniones públicas perciben con impotencia la temerosa respuesta de la OTAN a Putin tras la invasión de Ucrania, y de ahí que sea creciente el miedo a que un Putin envalentonado no se detenga en este país. Pero en la Alianza Atlántica, aunque son conscientes de este peligro, no han existido fisuras en descartar toda acción ofensiva que nos condujera de forma dramática a una tercera guerra mundial.

Se antojaba imprescindible, por tanto, una afirmación tan inequívoca por parte de Biden en un discurso balsámico para los polacos y para tantos otros. Es en ese contexto retórico donde hay que insertar la mención a que Putin «no puede permanecer en el poder», aunque la confusa frase obligara ayer a toda la Administración de EEUU a aclarar que la Casa Blanca no tiene una política de cambio de régimen en Rusia. La locura del Kremlin exige el reforzamiento del atlantismo al que muchos habían dado casi por muerto, y contra el que cierta izquierda como Podemos en España no deja de arremeter. Sigue siendo vital para la seguridad de los ciudadanos de la UE.

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