A Troubled Relationship

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Una relación conflictuada

Una carta al liderazgo del Congreso para demandar que se investigue el incumplimiento mexicano de disposiciones del Tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá

Una carta al liderazgo del Congreso para demandar que se investigue el incumplimiento mexicano de disposiciones del Tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá es una señal del estado de la relación bilateral.

La misiva enviada por el diputado republicano Clay Higgins a la demócrata Carolyn Maloney, presidenta del Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes, denuncia acciones del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para favorecer a empresas estatales mexicanas en perjuicio de intereses estadounidenses.

La carta como tal hará poco. Si acaso, una audiencia legislativa que dé voz a quienes en Estados Unidos consideran que los intereses económicos y políticos de su país se ven afectados, por lo que califican como la práctica nacionalización de la industria energética y su énfasis en el uso de combustóleos y carbón para la generación de energía eléctrica.

Son pleitos de abogados, a ser resueltos por organismos y procedimientos previstos en el propio T-MEC.

Pero, al mismo tiempo, esa carta es una señal de que las cosas no van bien y pueden empeorar.

Porque lo que Higgins y 40 legisladores republicanos más plantean es que el gobierno mexicano no respeta los acuerdos internacionales y 20 mil millones de dólares de inversiones estadounidenses se encuentran en peligro, a ciencia y paciencia del presidente Joe Biden.

Dicho de otra forma, buscan crear presión para que la administración de Biden actúe con represalias contra el gobierno mexicano sobre una variedad de problemas que se reflejan en la idea de cerrar la frontera común, al arribo de migrantes indocumentados y eliminar así vías de llegada a posibles terroristas y drogas.

Y de pasada, golpear a un gobierno que como el de López Obrador tiene pocos aliados en Estados Unidos, al que ni republicanos ni demócratas entienden bien y al que no consideran como un socio confiable.

El hecho, en todo caso, es que mientras la administración de Biden intenta acercarse y convencer al régimen López Obrador, el Congreso estadounidense, una gran cantidad si no la gran mayoría de los organismos no-gubernamentales y centros de análisis, mantienen una actitud crítica, tanto por políticas ambientales y de derechos humanos, como por violencia, narcotráfico y crimen organizado.

Los problemas con Estados Unidos tienen un eco importante en otras regiones del mundo, en especial en países con inversiones en México y se preocupan, a su vez, por las percepciones de respeto a compromisos legales y sus propios intereses tanto como a los posibles cambios en los acuerdos entre EU y México.

Para complicar más las cosas, ocurre cuando nace una nueva “Guerra Fría” que para algunos demanda definiciones, mientras AMLO parece más inclinado a denunciar el bloqueo económico estadounidense contra Cuba que la invasión militar rusa contra Ucrania.

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