Lost in Time

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Me parece banal que los asuntos de la farándula interrumpan de pronto en las noticias políticas, en las comunicaciones internacionales sobre acontecimientos graves que nos competen a todos, aunque no lo parezca. El sopapo que le tundió el actor estadounidense Will Smith a otro actor y presentador de una parte de los premios Oscar el domingo pasado, Chris Rock, resonó en el mundo. ¿Formamos todos, en todos sitios, una parte de la comunidad de Hollywood? ¿Medimos el paso del tiempo por la aparición de películas taquilleras, por el comportamiento de los actores y actrices? Mi mamá era fan de Humphrey Bogart y decía que se parecía a mi papá. Mi valenciano-catalán padre afirmaba de Walt Disney provenía justamente de Cataluña. El filme que los dejó marcados a ambos, de forma sentimental, fue Casablanca (1942). Ambos habían huido de franquismo y luego de los alemanes cuando entraron a Francia. Así que cuando en el club nocturno de Rick Blaine (Bogart) todos entonan:

Allons enfant de la patrie

La jour de gloire est arrivé

Contre nous de la tyrannie

L´etendart sanglant est levé….

… mis jóvenes padres de entonces unían sus voces para cantar La Marsellesa, aunque en realidad cantaran el republicano Himno de Riego. Entiendo la pasión. ¿Pero la cachetada de Will Smith, gran actor, sin duda, a Chris Rock no significa más que un acting out de Smith como caballero andante a destiempo. Aquí, lo importante, es que la invasión en Ucrania por parte del Terrible Vladimir Putin se detuvo un rato en el horizonte de las redes sociales e incluso de las noticias de último minuto. Lo del momento era lo sucedido en los Premios Oscar, la furia de Will Smith y el chiste idiota de Chris Rock. En Estados Unidos se prohibió el vídeo del desaguisado, pero demasiado tarde. La gente lo había grabado y ahora se transformaba en toda clase de memes. El que más que gustó fue el de Zelenesky dándole un cachetadón a Putin.

Increíble

Como todos lo sabemos, la guerra en Ucrania afectará económicamente al mundo entero. ¿No les preocupa? Putin puede estar muy enloquecido, va derecho y no se quita y, aunque muchas metas le han salido mal, como la extraordinaria reacción de los ucranios y su presidente Zelenesky , que va al frente de la ofensiva contra los rusos, las cortapisas que le han puesto los países de la OTAN en términos económicos y el rechazo casi mundial a la invasión rusa. Sus huestes se encuentran desmoralizadas y debilitadas, muchos jóvenes rusos han muerto en la pelea con Ucrania y muchos rusos no apoyan a Putin, pero el presidente de Rusia cobija un as bajo la manga: las armas nucleares. Al dictador que renuncia a esa salida, como le ocurrió a Sadam Hussein y a Gadafi se los lleva el diablo. Por eso Irán y Corea del Norte permanecen pertrechados. Ucrania, por cierto, renunció a la fuerza nuclear, mientras Rusia reconociera su soberanía como país. Eso sucedió en 1994. Sin embargo, Putin pensó que sus acciones dividirían a la OTAN, que los chinos lo secundarían y que los ucranios no se defenderían con esa fiereza. Se equivocó. Según un artículo de Bret Stephens en el New York Times de esta semana, Putin ha perdido la cabeza. Condolezza Rice, ex secretaria de estado en Estados Unidos, advierte que Vladimir Putin, el terrible, no controla sus emociones y que algo está mal con él, por lo cual resulta cada vez más peligroso. Este es el quid del la situación del momento. Un animal acorralado responde con violencia y más con armas nucleares. Mientras tanto, muchos fijan su interés en la cachetada de Will Smith a Chris Rock. ¿De veras? Fuera de la escenografía farandulesca, ¿es relevante que López Obrador increpe al grupo de cantantes, actores , actrices y músicos que se pronunciaron en contra del las vías de lo que será el Tren Maya, que destruirá ríos subterráneos, cenotes y la flora y la fauna selváticos saldrán brutalmente perjudicados? Que el presidente los acuse de agentes pagados, en realidad, resulta otro más de los constantes distractores de Andrés Manuel López Obrador, pero de que el Tren Maya efectivamente dañará la selva maya, la dañará. Esa es la noticia y no la de que Eugenio Derbez y los demás recibieron “moches” por expresarse. Además, esto último no es cierto. Esas resultan las banalidades, las acusaciones del señor presidente para crear cortinas de humo que quiten la atención de lo que verdaderamente importa. ¿Se ha pronunciado por el grupo de amigos de Rusia, creado, entre otros, por Alberto Anaya, dirigente del Partido del Trabajo, que ve en Corea del Norte un modelo para que México lo imite? ¿Qué pensará el señor presidente de México de un grupo de la cámara de diputados, liderados por Alberto Anaya, que quieren amigarse con Rusia, en específico con el siniestro, gansteril Vladimir Putin? Por fortuna en la ONU, México se marcó como contrario a la invasión de Ucrania y lo mismo hizo la Secretaría de Relaciones Exteriores. ¿Entonces, somos bipolares, apoyamos y nos desdecimos al mismo tiempo? Pues sí, en el fondo AMLO y muchos de sus corifeos apoyan a Putin, el terrible, para desdecirse de cualquier tipo de cercanía con los Estados Unidos. Se equivocan rotundamente en los tiempos. Quizá sea así el motor del populismo : creer que protagoniza historias del pasado. Habrá que sentar a los populistas frente a un psiquiatra psicoanalista, para que descubran que la malhadada Unión Soviética se extinguió, que Cuba se convirtió en una brutal dictadura lo mismo que Nicaragua, y que todos seguimos perdidos en la búsqueda de la verdad y de las inexistentes transformaciones.

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