Biden and the Tax on the Super Wealthy

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Biden y el impuesto a los ultrarricos

El presidente envía una señal a la izquierda de su partido al proponer gravar a las grandes fortunas en año electoral

Las líneas maestras del Presupuesto de Joe Biden están inevitablemente marcadas por las consecuencias de la guerra de Ucrania y la respuesta económica de Occidente, que está reordenando el mercado energético global para tratar de aislar el poder de Rusia. Entre las medidas que son consecuencia directa de la crisis figura la propuesta de aumentar un 4% el gasto militar y, sobre todo, un nuevo impuesto específico para los milmillonarios de Estados Unidos. Este impuesto se aplica a fortunas superiores a los 100 millones de dólares (el 0,01% de la población de EE UU) y grava sus ingresos con un mínimo del 20%. La Casa Blanca calcula que recaudaría 2,5 billones de dólares extra en una década.

Una de las frases de la marca Biden a lo largo de sus años como negociador moderado en el Senado era: “No me digas qué te parece importante. Enséñame tus cuentas y yo te diré lo que te parece importante”. Eso es lo que ha hecho el presidente demócrata: declarar que le parece importante reducir el déficit y hacer que los más ricos paguen más impuestos. El contexto no es muy diferente al que padecen todos los países más avanzados: guerra en Ucrania, altos precios de la energía, inflación más elevada y preocupante de lo que se preveía y problemas en las cadenas de suministro que llegan hasta los consumidores. En el caso de Biden, además, figura también una ambiciosa agenda de programas sociales que se encuentra varada ahora en el Congreso.

La subida de impuestos tiene pocas posibilidades de aprobarse en un Congreso con una mayoría muy ajustada que, una y otra vez, se ha demostrado insuficiente para la agenda más ambiciosa de Biden. El Presupuesto federal lo hace el Congreso, y el documento de 158 páginas de la Casa Blanca es apenas una declaración de intenciones para iniciar el debate. Dos senadores demócratas, que representan a electorados conservadores, han exhibido ya su capacidad para bloquear toda la agenda progresista de Biden, que fue la promesa del presidente al ala izquierdista de su partido para armar fiablemente la coalición de votantes que le llevó al poder. Incluir este nuevo impuesto en el Presupuesto federal es una señal hacia el izquierdismo demócrata, para el cual tax the rich (que paguen impuestos los ricos) es uno de los eslóganes más poderosos. La frustración en ese electorado progresista es grande, y particularmente peligrosa en este año electoral. Biden necesita volver a motivarlo para no sufrir una derrota en las elecciones legislativas de noviembre que acabaría con su presidencia.

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