Mexico and US Congress

<--

México y el Congreso de EU

El Congreso de Estados Unidos es un actor fundamental en la relación con México. Conviene intensificar el diálogo con congresistas

En las últimas semanas, congresistas estadounidenses han manifestado preocupaciones al gobierno del presidente Biden sobre decisiones de política en México: la Reforma Eléctrica, la posición mexicana respecto a la guerra de Ucrania y la creación del grupo de amistad México-Rusia.

El Congreso de Estados Unidos es relevante en materia de política exterior por varias razones: tiene competencia sobre las leyes relacionadas con migración y comercio. En estos dos temas los comités más importantes son los Judiciales en ambas Cámaras y el de Finanzas en la Cámara de Senadores y de Medios y Procedimientos en la de Representantes, que supervisan la aplicación de los tratados comerciales, entre ellos el T-MEC.

El Congreso aprueba el presupuesto, por medio de los Comités de Apropiaciones. Todo recurso dedicado a la política exterior, la cooperación al desarrollo, financiamiento a organismos internacionales y a terceros países, es revisado por estos. Finalmente, los Comités de Asuntos Exteriores de ambas Cámaras, supervisan la política exterior de EU, y el del Senado ratifica nombramientos de embajadores y altos funcionarios del Departamento de Estado.

Al interior del Congreso operan la división partidista y una serie de “caucus” o grupos de interés. Existen los progresistas, afroamericanos y, para el caso de México, el “Caucus Hispano”, integrado por congresistas de origen hispano, en su mayoría de origen mexicano. Este grupo fue fundamental para la aprobación del T-MEC y juega un papel esencial en lo relativo a la asignación de presupuesto a proyectos fundamentales para la comunidad hispana.

Es tal la fuerza del Congreso de Estados Unidos que todas las embajadas en Washington tienen secciones especiales de seguimiento. Muchos países pagan servicios de “lobby” o cabildeo, con el fin de tener acceso a los congresistas más poderosos y poder influir en las decisiones que afectan a sus países.

Durante los dos años que fui embajadora en Washington, NO se pagó servicio alguno de cabilderos y se tenía un diálogo fluido con senadores y representantes, para tratar temas relativos a México y a la ratificación del T-MEC. Una buena parte de mi gestión la dediqué al Congreso, donde había que explicar constantemente las posiciones del gobierno de México, identificar posibles crisis para evitar que estallaran. La embajada tenía interacción con los equipos de los congresistas y daba seguimiento puntual a las iniciativas que pudieran afectar a nuestro país.

En este contexto, desechar por intervencionistas los pronunciamientos de congresistas estadounidenses, sin entender su funcionamiento e importancia e identificar a quienes los suscriben, significa no comprender el papel central del Congreso de EU en la relación con México.

Demócratas y republicanos están molestos con el gobierno de México por diferentes razones, seguirán ejerciendo presión. El gobierno de México debería reforzar su diálogo con congresistas.

About this publication