2022: The Year When Everything Changed

Published in El Colombiano
(Colombia) on 17 April 2022
by Juan Carlos Echeverry (link to originallink to original)
Translated from by Patricia Simoni. Edited by Laurence Bouvard.
We are three long months into 2022, but it may be 30 years before things return to the way they were last December.

We had already experienced the epochal change of COVID-19. Little did we know that it was a preamble to real problems. These first three short months of 2022 may mean greater and more lasting change for humanity than the pandemic.

This time, the culprit is not biology, but an evil and omnipotent power. The war in Ukraine that 2022 awoke to brought remorseful giant Germany out of a pacifist stupor; put the aseptic and neutral Swedes and Finns on guard; led Denmark to advance a referendum to join a European defense strategy; and prompted Emmanuel Macron to propose a pan-European army.

In just three months, the events in Ukraine have changed Europe's energy strategy, with lasting and profound repercussions for the entire world. If we cannot reliably depend on Russian gas and oil, it will mean redrawing the world map of hydrocarbons, including coal and nuclear energy, which climate change has rendered undesirable. Going forward, as crucial and urgent as these sources of energy are, they must be reconciled with geopolitical risk and a trustworthy energy supply.

Inflation, which scourged the world in the 1970s and 1980s and a disease we thought was cured, reappeared with a vengeance — hand-in-hand with expensive fuels, skyrocketing fertilizers, a scarce supply of microchips and fractured global supply chains. Additionally, in Colombia, there were the strikes of 2021, which triggered an upward escalation in prices that did not reverse once the blockades were over. Finally, La Niña affected crops and plantations in 2021, with repercussions into 2022.

In addition, Americans stopped off-shoring and begun near-shoring five years ago to bring business closer to their own country. Globalization had distributed business everywhere, especially in China and even in Russia. During these three months, this movement home has become a stampede.

Finally, public debt crises, which hit the world in the 1980s with over-extended nations and sky-high interest rates, will return in 2022 and could derail the economic recovery of many countries. Indeed, the U.S. Federal Reserve rate hike will impact many countries awash in Keynesian debt. A great deal of money will go toward paying expensive interest instead of helping the poorest. The language of debt renegotiations, restructurings and defaults will return to our vocabulary.

In short, globalization, European pacifism, the transition of global energy, price stability and fiscal sustainability will now suffer a hangover from deglobalization, weaponization, the relevance of fossil fuel, inflation, and crises besetting fiscal and public debt.

2022 changed it all. And all because Vladimir Putin and the Russian economic, political and religious elite — imperial Russia — could not bear to relinquish its place or shed the peacock tail they wielded and used to plant pseudo-communist regimes everywhere. Whoever the president is, he will be sailing in very rough seas, and will need clarity, unity and a tightly-held rudder.


Llevamos tres meses largos de este 2022, pero es posible que pasen 30 años antes de que las cosas vuelvan a ser como en diciembre pasado.

Sentíamos que el covid-19 era ya un cambio de época. No nos imaginábamos que era un preámbulo para los verdaderos problemas. Estos escasos tres primeros meses del 2022 pueden significar cambios más duraderos para la humanidad que la pandemia.

La culpable, esta vez, no es la biología, sino la maldad y el poder omnímodo. La guerra de Ucrania, con la que despertó el 2022, sacó del sopor pacifista a Alemania, un gigante con remordimientos; puso en guardia a los asépticos y neutrales suecos y finlandeses; llevó a Dinamarca a adelantar un referendo para unirse a una estrategia europea de defensa; y llevó a Emanuel Macron a proponer un ejército pan-europeo.

En solo tres meses, los hechos de Ucrania cambiaron las estrategias energéticas de Europa, con repercusiones duraderas y profundas en el mundo entero. Si no se puede depender confiablemente del gas y petróleo rusos, eso implica redibujar el mapa mundial de los hidrocarburos, e inclusive del carbón y la energía nuclear, que habían sido relegados al descrédito por las estrategias de cambio climático. En adelante, por cruciales y urgentes que estas sean, se las debe compatibilizar con los riesgos geopolíticos y de suministro energético confiable.

De contera, la inflación, que entre los años setenta y ochenta del siglo pasado azotó al mundo, y se creía una enfermedad curada, reapareció con venganza, de la mano de combustibles caros, fertilizantes por las nubes, microchips escasos y cadenas de suministro mundiales fracturadas. En Colombia se sumaron los paros de 2021, que iniciaron una escalada alcista de precios que no se reversó una vez pasaron los bloqueos. Por último, La Niña, que afectó cosechas y plantaciones en 2021 con repercusiones en 2022.

Adicionalmente, si los estadounidenses habían iniciado hace un lustro el denominado reshoring y near-shoring para traer más cerca de sus costas a empresas que la globalización había repartido por todos lados, y muy especialmente en China, e incluso en Rusia, en estos tres meses eso se volvió estampida.

Por último, las crisis de deuda pública, que azotaron al mundo en los años ochenta de la mano de naciones excesivamente endeudadas y tasas de interés por las nubes, volverán en este 2022, y pueden dar al traste con la recuperación económica de muchos países. En efecto, la subida de tasa de la FED, la autoridad monetaria de EE. UU., impactará a muchos países inundados de deuda keynesiana. Mucho dinero se irá en pagar intereses caros en lugar de ayudar a los más pobres. Renegociaciones, reestructuraciones e impagos de deuda volverán a nuestro argot.

En suma, la globalización, el pacifismo europeo, la transición energética mundial, la estabilidad de precios y la sostenibilidad fiscal vivirán de ahora en adelante una resaca de desglobalización, armamentismo, relevancia de combustibles fósiles, inflación, crisis fiscales y de deuda pública.

2022 cambió todo eso. Y todo porque a Putin y a la élite económica, política y religiosa rusa le gusta la Rusia imperial, no aguantaron caer de estrato, ni perder la cola de pavo real con la que se pavoneaban y sembraban regímenes seudocomunistas por doquier. Cualquiera que sea el presidente, navegará sobre mares muy picados, para lo cual requerirá claridad, unidad y el timón bien cogido
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link .

Hot this week

Brazil: Perplexity, Skepticism, Desperation

Russia: ‘Have Fun’*

Russia: Obama Has Escaped a False START

Austria: 1-0 Disney

Topics

Poland: Meloni in the White House. Has Trump Forgotten Poland?*

Germany: US Companies in Tariff Crisis: Planning Impossible, Price Increases Necessary

Japan: US Administration Losing Credibility 3 Months into Policy of Threats

Mauritius: Could Trump Be Leading the World into Recession?

India: World in Flux: India Must See Bigger Trade Picture

Palestine: US vs. Ansarallah: Will Trump Launch a Ground War in Yemen for Israel?

Ukraine: Trump Faces Uneasy Choices on Russia’s War as His ‘Compromise Strategy’ Is Failing

Related Articles

Russia: Unlike Biden and Trump, Ordinary Americans Have No Margin for Error before Lady Justice*

Venezuela: Syria: Is the US Seeking To Open Another Front Against Russia?

South Africa: Is Trump’s Bark Worse than His Bite?

Ukraine: As Military Options Dwindle, US Support Is Key to Ukraine’s Peace Talks

Saudi Arabia: Who Will Rule Syria?