Biden Struggles To Keep His Head above Water with the War and the Pandemic

<--

Biden no levanta cabeza por los efectos de la guerra y la pandemia

Los demócratas esperan que el pavor al retorno de Trump les ayude a remontar

Una guerra en el exterior con un enemigo claro al que combatir puede tener un efecto aglutinador entre los ciudadanos de un país como Estados Unidos. No es el caso esta vez. Ni el manejo de la invasión de Ucrania ni mucho menos las políticas domésticas están ayudando a Joe Biden y al Partido Demócrata a superar el bajón que dieron el verano pasado, cuando la caótica salida de Afganistán marcó el inicio de un largo ciclo de fracasos y decepciones todavía en curso.

Los efectos de la guerra, unidos a los de la pandemia, dificultan la remontada que el presidente y su formación necesitarían para no perder el control de una o las dos Cámaras del Congreso en las elecciones a medio mandato de noviembre próximo.

Con una aceptación superior para Obama, los demócratas perdieron 63 escaños en la Cámara de Representantes y seis en el Senado en las elecciones intermedias del 2010

Aunque su nombre no esté en las papeletas de esos comicios, nadie duda de la incidencia que el tirón del presidente tiene sobre las midterm de cada legislatura. Como tampoco nadie discute el impacto de tales elecciones sobre el desarrollo de la segunda mitad de cada mandato. Desde este doble punto de vista, los bajos índices de aprobación que Biden viene cosechando en las últimas encuestas vaticinan un sombrío futuro al líder y su partido. Los propios demócratas y los medios no adversos describen las perspectivas como “horribles” (The Washington Post) o “presagio de un desastre bíblico” (The Hill).

Los últimos sondeos sobre aceptación de la labor presidencial sitúan la aprobación a Biden en sus niveles más bajos desde que llegó al despacho oval. Los porcentajes oscilan entre el 41% de Reuters/Ipsos o Politico/Morning Consult y el 38% de la cadena NBC, aunque el último informe de la Universidad de Quinnipiac –citado por los grandes medios como encuesta de referencia– le daba sólo un 33%: una caída en barrena desde el ventajoso punto de partida de una aceptación inicial que en marzo del 2021 alcanzaba el 61% .

Para hacerse idea de lo que un hundimiento como este puede llegar a significar para Biden y los suyos en las midterm basta con recordar el antecedente de Barack Obama. En su caso, los sondeos anteriores a las elecciones intermedias de 2010 situaban la aceptación pública de su desempeño en un modesto 45%… Y ese año los demócratas perdieron 63 escaños en la Cámara de Representantes y seis en el Senado.

Las causas inmediatas del atasco de Biden son claras. La pandemia, además de desmoralizar a todo el mundo, provocó un problema de suministros que, sumado al aumento de la demanda al terminar lo peor de la crisis, disparó la inflación y machacó a los menos favorecidos. Y en eso llegó la guerra en Ucrania y los precios al consumo terminaron de desbocarse hasta alcanzar un incremento interanual del 8,5% –el mayor en 40 años–, con un alza del 48% en los combustibles e incrementos también exagerados en los costes de los alimentos y la vivienda.

El índice de apoyo al presidente, cercano al 40%, alcanza su nivel más bajo desde que llegó al despacho oval

En cuanto al fondo político del retroceso de Biden, estrategas y destacados políticos del Partido Demócrata entre los que sobresalen Barack Obama y Hillary Clinton ven un grave problema de comunicación en la Casa Blanca y sus aledaños. La exsecretaria de Estado y excandidata presidencial consideraba hace unos días que la Administración y la organización política que la apoya “deben hacer un mejor trabajo al presentar el caso de sus logros”. Y Obama dijo: “Tenemos una buena historia que contar, solo falta que la contemos”.

Pero determinados indicadores concretos de las encuestas aumentan el pesimismo de los demócratas. Primero está la baja aprobación de la gestión de la guerra en Ucrania por Biden. Pese a los aciertos de la inteligencia estadounidense y a la inesperada resistencia de los ucranianos en gran parte gracias al armamento proporcionado por Washington, menos del 40% de los estadounidenses ven correcta y suficiente la actuación del mandatario con respecto a la invasión rusa.

Las prospecciones coinciden también en una preocupante pérdida del voto joven, hispano y afroamericano; es decir, del respaldo que el presidente necesita en el futuro y de aquel que explica su victoria en el 2020, pues Biden no ocuparía el cargo de no haber recibido un apoyo masivo de afroamericanos y latinos.

Un estudio de Gallup publicado el jueves muestra cómo la pérdida de apoyos a Biden es tanto mayor cuanto menor es la edad de los votantes. De modo que, si entre los boomers (nacidos entre 1946 y 1964) el respaldo a sus políticas bajó 7 puntos entre la primera mitad del 2021 y marzo pasado, el descenso fue de 19 puntos en el caso de los millennial (nacidos entre 1981 y 1996) y de un 21% en el de la Generación Z (nacidos a partir de 1997).

Entre los hispanos, cuyo voto determinó su victoria en estados clave como Georgia y Arizona, el apoyo al presidente se situó en el 26% en la encuesta que la Universidad de Quinnipiac publicó la semana pasada: la tasa más baja de todos los grupos demográficos. Y en cuanto al voto negro, un sondeo de la Universidad de Marquette difundido el 1 de abril confirmó el desplome apuntado en estudios previos al limitar su aprobación a un 56% frente al 88% de hace un año.

El líder no motiva a los suyos para votar, y pierde pie entre jóvenes, hispanos y afroamericanos

Las terribles noticias demoscópicas para Biden y los demócratas no sólo les hacen temer que los republicanos tomen el control de la Cámaras sino también que, con el respaldo de ambas, Donald Trump retorne al despacho oval. Y, paradojas de la política, es el pavor a las consecuencias de tal regreso lo que en medios demócratas se maneja últimamente como posible acicate para una remontada. Bastaría con imaginar, y con exponer claramente al público no trumpista, lo que los parlamentarios conservadores harían para consolidar su ofensiva contra el aborto, contra el derecho al voto, frente a las conquistas en la sanidad pública y, sin duda, para frenar la comisión que investiga el cruento asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021. Bastaría, después, con visualizar la vuelta de Trump y su alianza con líderes ultras de todo Occidente; con los Orban y los Le Pen de Europa y del mundo…

Hoy por hoy, sin embargo, el hastío en las filas progresistas parece superar el influjo del factor Trump y cualquier otro miedo o esperanza. Una encuesta más, la de ABC-Ipsos, arroja un 55% de votantes republicanos “muy motivados” con las elecciones a medio mandato frente a sólo 35% de demócratas con igual entusiasmo antes esos comicios. Falta medio año para la cita. Tiempo suficiente para despertar, pero ya poco para asegurar que ciertas pesadillas no vuelvan.

About this publication