Of Patriots and Patriotism

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De patriotas y patriotismo

Putin refleja su intención de restaurar las glorias de su país, representada tanto por la potencia militar de la URSS y por las aspiraciones de la Rusia zarista

Para muchos, la creciente interconexión económica, cultural y social significada por el globalismo crearía nuevas condiciones y quizás una época más beneficiosa para la humanidad.

En la práctica, sin embargo, creó una nueva era de ganadores y perdedores, entre países y dentro de sociedades. Puede decirse que el globalismo no es lo que se esperaba, o deseaba que fuera.

Pero una de sus consecuencias es el resurgimiento de resquemores, el fortalecimiento de miedos y nostalgias por un pasado que nunca realmente existió.

Lo hemos visto en Estados Unidos con Donald Trump y lo vemos con el presidente ruso, Vladimir Putin. A su estilo, ambos son ejemplos de un patriotismo, o un nacionalismo, que en la práctica podrían ser considerados como tóxicos y que de entrada tienen visos autoritarios.

Putin ciertamente es un patriota, como me dijo el escritor Steven Lee Myers, durante una conversación a propósito de su libro El nuevo Zar, publicado en español por Editorial Planeta. Pero eso refleja su intención de restaurar las glorias de Rusia, representada tanto por la potencia militar de la Unión Soviética y por las aspiraciones de la Rusia zarista.

No es necesariamente malo, pero implica el dominio directo o indirecto sobre las decisiones de países vecinos, en nombre de ese nuevo nacionalismo y su seguridad.

La invasión de Ucrania no puede ser explicada sin esa formulación. Putin invocó peligros por la presunta nazificación de Kiev y la posibilidad de que se hiciera parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Pero la OTAN lleva años en las fronteras rusas, lo mismo en Polonia que en los países bálticos y, de hecho, en Turquía.

Luego, el presidente Putin reclamó que era tiempo de rescatar a las minorías rusas que libraban una guerra separatista en dos “repúblicas populares” en el este de Ucrania.

Sería difícil coexistir con un vecino que usa el concepto del patriotismo para subyugar las nociones de independencia y el derecho al tamaño y la capacidad militar.

Los mexicanos enfrentamos algo similar durante el régimen de Trump, que se presenta como un patriota estadounidense y, bajo el lema Hagamos a EU grande otra vez, aprovechó la insatisfacción de una parte de la sociedad de ese país, por factores sociales y económicos atribuidos a la globalización.

Las amenazas de cierre de fronteras, las advertencias sobre el uso de herramientas económicas para ejercer presión sobre el gobierno vecino, el uso y abuso de la idea de una “invasión” de migrantes fueron cruciales de los reclamos de Trump y son parte importante de la doctrina política de los republicanos.

Con todo, la noción se encuentra también en la menos estridente propuesta de Joe Biden para condicionar el acceso al mercado de su país al porcentaje de contenidos estadounidenses.

El patriotismo es un gran concepto, pero debe invocarse con cuidado.

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