From Politics to Tragedy

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Pocos personajes más politiqueros y variables que Donald Trump. Sin embargo, él logró poner a los conservadores gringos de su lado, prometiéndoles llenar la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de magistrados ultraconservadores, dispuestos sobre todo a echar para atrás la decisión Roe vs. Wade (1973), es decir, a ilegalizar el aborto en medio país. Ahora se preparan para cumplir y podrían poner a la mitad de Estados Unidos al borde la tragedia de tratar otra vez como delincuentes a las mujeres que abortan.

Los conservadores, que en Estados Unidos tienen muchos nombres, llevan casi 50 años intentando echar para atrás la legalidad del aborto. Han ensayado cuanta vertiente de ataque existe, hasta ahora, sin éxito. ¿Será el gran artífice de esta regresión el señor del peluquín, quien alguna vez afirmó que toda mujer debería tener el derecho de escoger si aborta o no, al igual que dijo cuanta cosa para después contradecirse por conveniencia? Durante su mandato, Trump reemplazó tres magistrados de los nueve que conforman la CSJ. En las entrevistas con los senadores electores, estos jueces aseguraron que Roe vs. Wade era una norma sólida, aunque, como tantas veces pasa, ahora que obtuvieron el puesto vitalicio pueden hacer lo que les venga en gana.

La extrema derecha americana anda furibunda por la filtración del borrador de la decisión que se tomará en julio, dada la gran tradición de secreto de la corte, pero uno entiende perfectamente por qué algún empleado liberal lo entregó a la redacción de Politico. Intuía sin duda que se iba a armar el tierrero que se armó, en el entendido de que entre el 60 % y el 80 % de la población de Estados Unidos (depende de la encuesta consultada) cree que el aborto debe seguir siendo legal, así no elijan presidentes, senadores o representantes que concuerden en eso con ellos. Dicho de otro modo, la filtración puede incluso ejercer presión para que al menos uno de los cinco magistrados que apoyaron el borrador cambie su voto y/o se morigere el fallo, vaya uno a saber en qué sentido.

¿Entonces el aborto legal duró 49 años en Estados Unidos? Ya se verá. Quiero, no obstante, virar y dedicar el resto de esta columna a señalar que por ahora me parece tímida la respuesta del Partido Demócrata o de los liberales ante el colosal ataque del que sus valores y las leyes en las que los basan están siendo objeto. A fines de este año hay elecciones para toda la Cámara y un tercio del Senado, en las que a estas alturas los republicanos todavía lucen favoritos. Por supuesto que el premio mayor serán las presidenciales de 2024. Si Trump no las gana, jure o no que fue por fraude, el tinglado reaccionario podría derrumbarse o al menos tambalear. Vejestorio y todo, la lucha de cualquier modo será contra Trump, pues es un vejestorio con mucho arrastre.

No tiene nada de raro que los extremistas de derecha se comporten como tales. Lo que sí es raro es que las presuntas mayorías que se les oponen sean tan tibias a la hora de confrontarlos. Las prioridades están trastrocadas. A los supuestos liberales americanos lo que ahora les calienta el corazón son las identidades minoritarias, los gais, los trans, las razas no blancas y demás. Por definición el aborto es un derecho de toda mujer, así su posible prohibición en medio país afecte sobre todo a las que no tienen con qué viajar a aquellos estados en los que seguirá estando permitido. Lo dicho, una tragedia en potencia.

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