Los tiroteos a manos de supremacistas son testimonio del impacto de teorías impulsadas por políticos
Dos de las discusiones que Estados Unidos se plantean hace más de 200 años hoy son más válidas que nunca, y muestran la gloria y la miseria de la mayor potencia mundial.
¿Quién es un ser humano? ¿Quién es un estadounidense? Esas preguntas invocadas por Howard Fineman en su libro Las Trece Discusiones americanas están, por absurdo que parezca ya entrado el siglo XXI, en el centro de dos de los mayores debates sociopolíticos en la sociedad estadounidense.
De hecho, la discusión es tan intensa y los sentimientos tan brutales que están en el núcleo de lo que se advierte —y se teme— pudiera llegar a ser una fractura de la sociedad estadounidense y hasta una reformulación de la Guerra Civil de 1861-65.
¿Quién es un ser humano? Se refería en los siglos XVIII y XIX sobre todo a la cuestión racial, a la humanidad de negros e indígenas. Hoy, se refiere mayormente al debate en tono al aborto y la concepción humana: ¿en qué momento un feto se convierte en ser humano?
Es una discusión ética, donde no parece haber punto medio posible y donde la jurisprudencia da bandazos: de la autorización al aborto significada por la decisión Roe contra Wade de una Suprema Corte de Justicia liberal en 1973, a la prohibición esperada en otro fallo de la ahora conservadora Suprema Corte de Justicia “filtrado” a los medios.
¿Quién es un estadounidense? O en otra forma, ¿quién tiene derecho a ser estadounidense? Según la interpretación, que al parecer es todavía popular en la derecha, solo aquellos que sean anglosajones, blancos y protestantes. Ciertamente, ha habido una evolución y se acepta que irlandeses, italianos, mexicanos, negros, japoneses, chinos, etc., puedan ser incorporados.
Pero el eco de la pregunta se siente aún en los señalamientos de movimientos políticos cuando se refiere a los “verdaderos americanos” o la “invasión” protagonizada por los nuevos inmigrantes.
Ambas cuestiones están presentes de una u otra forma en el debate social y político de un país, donde una parte es creyente de las teorías de la conspiración, y donde ahora se especula con la idea de un gran plan para sustituir a los estadounidenses “reales” con inmigrantes.
Cierto. Podría tomarse como una expresión nacionalista. Pero en Estados Unidos de hoy va más allá.
Los constantes tiroteos y asesinatos de grupos a manos de presuntos supremacistas blancos son testimonio del impacto de teorías impulsadas por políticos y portavoces, ahora vinculados con los republicanos, uno de los dos principales partidos del país, como una forma de movilizar a sus votantes.
De hecho, los migrantes están en el centro del debate actual, no solo en cuanto a su posible situación legal, sino como blanco de intolerantes creencias racistas y demográficas que hasta unos años promovían la creación de un etnoestado blanco en los Estados Unidos y hoy parecen desear que sea todo Estados Unidos.
El hecho, en todo caso, es que debates que debían ser históricos definen aún la actualidad estadounidense.
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