Armas
Y sí. Resulta fácil pensar que cada uno de los que está por ahí suelto haciendo fechorías es un inadaptado que vive en las márgenes, pero la historia nos está mostrando que son mucho más que eso. La verdad es que aquí, allá y en todos lados se mata por poco.
Llevamos 145 días de este año, al que aún le falta por enseñarnos el cauce por el que navegaremos los próximos cuatro. De esos días, y aunque suene repetido, dice la organización Gun Violence Archive que en los Estados Unidos van 213 tiroteos masivos. La cifra estremece porque es más de uno diario y resulta aún más dolorosa porque a hoy han muerto baleadas en ese país más de 7.600 personas (la cifra no incluye a los suicidas). En 2020 se produjeron más de 19.000 muertes por armas de fuego y se vendieron más de 21 millones de armas. El año anterior murieron a tiros 20.920 personas en 692 episodios con armas. Hay en circulación más de 300 millones de ellas.
Hace pocos días en Búfalo, Nueva York, un individuo obsesionado y radicalizado vía internet sobre teorías racistas ingresó a un supermercado con un fusil de asalto y mató a tiros a 10 personas. Simplemente deseaba matar negros.
De Uvalde no habíamos oído hablar. De nuevo la sangre se convierte en maestra de geografía y nos señala lugares que de otra forma no conoceríamos. Salvador Ramos, autor de la última masacre masiva en Estados Unidos, fue definido por la policía como un tirador solitario. Ramos esperó a cumplir 18 años para comprar las armas de manera lícita como lo puede hacer cualquiera. La compra la anunció en sus redes. Media hora antes de la matanza escribió en su Facebook: “Voy a disparar a mi abuela”. Luego añadió en otra publicación: “Ya le disparé a mi abuela”. Aunque hayan muerto miles de personas, las políticas de ese país ven las armas como solución a sus problemas de defensa. ¿Sí podrán ser, simplemente, individuos solitarios y desadaptados estos 213 personajes que han decidido establecer las márgenes y la duración de la vida de otros? Qué tan solo está el que imita ese comportamiento. Dice la prensa que Salvador era tímido y que en su colegio fue víctima de bullying, este patrón parece repetirse en muchos de los agresores.
Texas es un estado en el que la tenencia de armas es usual, y es, además, estimulada por la práctica de la caza deportiva. ¿Cuántos de esos miles de muertos habrán formado parte de familias que apoyan el uso de armas en la sociedad civil?
Esta masacre revela el lado más perverso del lobby que ejerce la industria militar y su presión en el Congreso; demuestra, además, lo difícil que resulta desligar lo político de dicho negocio y plantea una terrible paradoja. Mientras Biden se pregunta: “¿cuándo, por Dios, podremos enfrentar al lobby de las armas?”, envía miles a Ucrania
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