El historiador giergo Tucídides (460 a. C. – 396 a. C.), en su obra Historia de la guerra del Peloponeso, (438 a. C. – 404 a. C.) desarrolla la hipótesis conocida como “la trampa de Tucídides”, la cual plantea que es casi inevitable la guerra cuando una potencia en ascenso amenaza con desplazar a otra potencia establecida. El temor que infundió el crecimiento de Atenas a Esparta hizo inevitable la guerra.
El historiador norteamericano Graham Allison publicó, en 2017, el libro Destinados a la guerra: ¿pueden China y Estados Unidos evitar la trampa de Tucídides?. El objetivo es promover acciones que eviten una guerra entre las potencias.
Analiza 16 casos en que se produce un cambio de hegemonía, 12 de los cuales van acompañados de guerra. Cuatro no siguen este patrón: Portugal vs. España a finales del siglo XV. Reino Unido vs. Estados Unidos a principios del siglo XX. Reino Unido y Francia vs. Alemania actualmente. Incluye también el cambio de hegemonía durante la Guerra Fría.
China disputa la supremacía de los Estados Unidos. Desde el punto de vista económico, el PIB —medido en poder adquisitivo— de China es superior al de EE. UU. El PIB por habitante de China es el 23 % del estadounidense. Tecnológicamente, están en niveles comparables, pero China crece más que EE. UU. Militarmente, ambos son potencias nucleares, con capacidad de atacarse masivamente. Si bien la confrontación militar no se ha dado, sí se han producido “guerras comerciales”, prohibición de importación y exportación de productos sensibles y detenciones de poderosos ejecutivos chinos. Las decisiones de Occidente sobre la tecnología 5G fueron geopolíticas, no técnico-económicas.
China está recuperando el primer lugar que tuvo durante buena parte de la historia de la civilización. Su política exterior busca no solo hacer presencia en el área asiática, sino incursionar en África y América Latina, zonas que EE. UU. considera deben pertenecer con exclusividad a su área de influencia.
No escasean los potenciales conflictos. China tiene disputas con Filipinas, Malasia, Vietnam, Brunéi y Taiwán. Las declaraciones de Biden son del siguiente tenor: “Los reclamos marítimos ilegales de China”. En su reciente visita a Japón, Biden sugirió que usaría la fuerza militar para ayudar a Taiwán si es invadida por China. Como respuesta, Pekín dijo que “no hay posibilidad de ningún acuerdo”. Luego, el presidente matizó esta declaración, diciendo que EE. UU. suministraría la ayuda militar a Taiwán para que la isla se defendiera por sí sola. El acuerdo AUKUS entre Australia, el Reino Unido y EE. UU. para compartir información y tecnología de los submarinos nucleares y la política de China de reclamar mar territorial por la construcción de aeropuertos y bases sobre los islotes Senkaku muestran las tensiones del cambio de hegemonía entre EE. UU. y Europa vs. China.
Se especula que la guerra de Ucrania no es ajena a esta realidad geopolítica. La invasión rusa violó la soberanía de un país. Ucrania, por su parte, no cumplió los acuerdos de Minsk sobre la autonomía de las regiones orientales. Rusia incumplió el compromiso de 1994, cuando Ucrania desmanteló el armamento nuclear contra la promesa rusa de asegurarles la seguridad.
Europa y EE. UU. ven esta guerra como una forma de debilitar a Rusia y así, en su hipotético conflicto con China, esta no tendría un poderoso aliado. Con algo de razón se dice que Europa y EE. UU. lucharán hasta el último ucraniano.
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