Trump, or the Degradation of American Checks and Balances

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Trump o la degradación del ‘checks and balances’ estadounidenses

Nunca un ex presidente de la primera democracia del globo, Estados Unidos, había sido señalado por un asunto de tanta gravedad como lo está ahora mismo Donald Trump. El informe del Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 es demoledor y concluye que el republicano dirigió una conspiración para intentar permanecer en el poder cuando debía cederlo. Los hechos vergonzosos y violentos que sucedieron aquel fatídico día, en los que murieron cinco personas, fueron un intento de subvertir el orden constitucional en el que Trump tuvo una gran responsabilidad primero por reiterarse en una gran mentira que provocó la polarización extrema de un sector de sus seguidores y, después, por no hacer cuanto estuvo en su mano para rebajar la tensión. La comisión está integrada por siete demócratas y dos republicanos, lo que lleva a los simpatizantes del ex mandatario a tacharla de sectaria. Pero hay que subrayar que a lo largo del último año se han recogido testimonios de más de un millar de personas y más de 140.000 documentos del caso. Y la actuación de Trump tras perder las elecciones -mientras no cesaba de repetir que en realidad le estaban robando la victoria- fue tan indigna que incluso algunos de los máximos defensores de su mandato, como su hija Ivanka, lo han tenido que admitir ante el comité del Congreso.

Este informe es el anticipo de una larga lista de audiencias públicas que se van a suceder en las próximas semanas. Y, sin embargo, no parece que el caso vaya a frenar la intención de Trump de competir de nuevo para convertirse en el candidato de los republicanos en las próximas elecciones presidenciales, consciente de que sigue contando con importantes apoyos entre sus bases. Todo ello supone la constatación de hasta qué punto se ha ido degradando el entramado institucional de Estados Unidos, que durante siglos ha presumido con orgullo de sus controles y contrapesos -sus célebres checks and balances- como defensa de un modelo liberal en el que se miraba el resto del mundo. El mandato de Trump, un populista en las antípodas de lo que se espera de un dirigente obligado a preservar el orden constitucional, dio sobradas muestras de cómo se están resintiendo las capacidades de autocontrol dentro del sistema. Parte del problema reside en que a los partidos se les han ido de las manos sus propios procesos de primarias, lo que les impide poner coto al acceso de figuras tan controvertidas.

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