Hace medio siglo, el gobierno de EU criticaba abiertamente lo que definía como la “gerontocracia” de China, un país cuya administración está dominada en todos sentidos por personas de edad avanzada.
El problema llegó a ser serio, compara que los chinos se sentían obligados hacia 1980 a imponer reglas que limitan la permanencia en el gobierno y la vinculan con la edad, aunque algunos creen que las restricciones al liderazgo pueden haberse relajado.
Hoy, Estados Unidos enfrenta lo que bien podría ser considerado como un problema similar, tanto más notable porque ambos son fruto de la “Guerra Fría” y actores de un mundo que ya no es, ni en términos geopolíticos o económicos, y en rápida transición tecnológica.
El diario digital Axios consignó que, de acuerdo con un veterano y prestigioso analista político, David Gergen opinó a sus 80 años que sería el momento en que los actuales líderes de demócratas y republicanos, Joe Biden y Donald Trump, deberían hacerse a un lado para dar paso a jefes más jóvenes.
Biden tiene hoy 79 años y Trump cumple 76, el 14 de junio. Y son al parecer, los más viables contendientes por la Presidencia en 2024, cuando el demócrata tendrá 81 años por 78 del republicano.
En otras palabras, ningún polluelo.
Cierto que no son el único caso de ancianidad entre los líderes mundiales, donde el chino Xi Jinping tiene 68 años y el ruso Vladimir Putin, 69.
Políticamente, al menos en Estados Unidos, puede haber un impacto. En un país obsesionado con la apariencia juvenil, la edad y la apariencia física de un candidato pueden tener impresión entre los sectores, y la verdad es que probablemente en 2024, Biden se verá considerablemente más viejo y cansado que Trump.
En qué medida será un factor electoral en 2024, es difícil decirlo. Después de todo, la tradición en Estados Unidos es –o era– que los jóvenes no van a las urnas y la gente madura y anciana son los que se preocupan de votar. Y la realidad es que alrededor de la mitad de los muchachos, o al menos el segmento más joven de posibles votantes, entre 18 y 24 años, asiste a votar en contraste con 76 por ciento del segmento de entre 65 y 74.
Pero también es cierto que la idea de una “gerontocracia” comienza a preocupar al aparato político estadounidense. Después de todo, la presidenta de la Cámara baja, Nancy Pelosi, tiene 82 años, el líder republicano en el senado, Mitch McConnell tiene 80, y la edad promedio del Senado estadounidense es de 64 años.
Cierto que los partidarios de Biden pueden alegar que es el único candidato que ha derrotado a Trump, por más que el notoriamente egocéntrico republicano insista en un mítico fraude para explicar su pérdida.
Más allá del debate en torno a las edades y las limitaciones físicas que pudieran imponer, están ciertamente la noción de que pudieran estar aferrados a ideas y concepciones que afecten su desempeño o cómo enfrentar problemas futuros.
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