EU y Latinoamérica: agenda pendiente
La pasada Cumbre de las Américas pasó sin pena ni gloria. El intento del presidente Biden de retomar el rumbo de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, tan dañadas por la presidencia de Donald Trump, fue infructuoso. Grandes temas se quedaron en el tintero y sólo se llegó a vagos acuerdos sin fondo y un camino de aplicación definido, quedando sólo para el recuerdo la polémica por la exclusión de algunos países de la lista de invitados. Una oportunidad perdida.
La cumbre, celebrada en Los Ángeles, excluyó a Cuba, Nicaragua y Venezuela por considerarlos regímenes no democráticos que violan los derechos humanos. A este movimiento siguieron las protestas de algunos gobiernos, como el mexicano, y se logró boicotear en buena medida la reunión al centrar la discusión en la lista de invitados y no en los temas urgentes que había que tratar.
El resultado obtenido fueron declaraciones débiles y genéricas en torno a las buenas intenciones de regular la migración legal y frenar la ilegal, pero sin acciones concretas. Los temas económicos, de salud, seguridad y medioambiental quedaron opacados o decididamente excluidos. Incluso los acuerdos en migración fueron debilitados por las ausencias y el enlodado clima diplomático que le restó importancia a una cumbre.
Biden ha prometido tender puentes con Latinoamérica y fortalecer alianzas. Sin embargo, la cumbre no logró este objetivo. Se ha hablado mucho de la necesidad de una alianza continental para hacerle frente a los mercados emergentes y a los bloques económicos como el de la Unión Europea. Sin embargo, este sueño americano sigue sin lograr fraguarse. Tal vez la desigualdad es demasiada para pretender una unión comercial. Además, el continente posee una extensión geográfica tal que hace más sencillo comerciar con países asiáticos, por ejemplo, que con los americanos pertenecientes al otro hemisferio. Una alianza de este tipo parece más un sueño que una realidad.
Para Estados Unidos, Latinoamérica siempre ha sido un tema pendiente. Un misterio sin resolver. Un territorio ajeno y cercano; problemático y necesario. Las relaciones intercontinentales han sido por muchos años tirantes, con acercamientos de palabra y sin hechos que los sustenten. Latinoamérica mira con recelo al norte y sabe que las palabras tienen que ver con un interés de fondo. Que la búsqueda de desarrollo y estabilidad tienen que ver más con un racismo escondido que quiere cerrar las puertas de la migración que con un deseo genuino de tender la mano. Hay muchas heridas abiertas que impiden un verdadero diálogo de pueblos hermanos.
Aun con las divisiones presentes, tendremos que encontrar caminos para una vida común. Los problemas de hoy exigen dejar el pasado atrás.
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