Trump o la degradación atroz de la democracia
Donald Trump fue cooperador activo y plenamente consciente en el asalto al Capitolio, en un intento por parte de un grupo fanatizado y armado de subvertir el orden constitucional en la primera democracia del globo. Es la conclusión, de extraordinaria gravedad, que se desprende del testimonio bajo juramento de Cassidy Hutchinson, quien entonces trabajaba como asistente del jefe de Gabinete de una Casa Blanca que todavía tenía a Trump como inquilino. La joven ha comparecido ante el comité del Congreso que investiga el episodio político más grave en la historia reciente de EEUU. Y eleva la responsabilidad a quien como presidente abjuró de su obligación de velar por la preservación de la democracia. Ya no cabe descartar su imputación.
Las descabelladas teorías de los partidarios de Trump sobre aquel asalto, que dejó cuatro muertos, incluida la de que fue protagonizado por activistas de ultraizquierda, carecen de toda credibilidad. Y el actual Departamento de Justicia podría acabar viéndose obligado a presentar cargos contra el ex presidente, quien aspira a volver a ser candidato. El asunto, en todo caso, deja ver la degradación del sistema de checks and balances estadounidense. Y contribuye por desgracia a profundizar en la fortísima polarización social y política que hoy fractura a una nación sin la que no se entiende la defensa de la democracia liberal en el mundo.
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