Winter is coming
“América solo tiene tres grandes ciudades: Nueva York, San Francisco y Nueva Orleans; el resto es Cleveland”, afirmó el dramaturgo Tennessee Williams. Tendemos a mirar a Estados Unidos con ojos europeos, como si todo fuese la Quinta Avenida de Manhattan. Pero el resto, una amalgama de condados empobrecidos entregados al culto de las armas y a un dios blanco, gordo y rubio que odia las vacunas, es la real.
Muchos son como el candidato republicano a gobernador de Pensilvania, Doug Mastriano, que propone acabar con separación entre el Estado y la religión. Están crecidos tras las sentencias del Supremo sobre el derecho de los Estados a prohibir el aborto y su libertad para modificar el diseño de los distritos electorales, cuyo su objetivo es minar el voto de las minorías. También hay cruzadas para prohibir la enseñanza de una parte de la historia e impedir el adoctrinamiento de género y sobre el cambio climático, y otras para introducir el rezo en las aulas.
Quedan menos de cuatro meses para las elecciones más decisivas de EEUU desde 1945. Está en juego el futuro de millones de estadounidenses, y de millones de europeos. Afirmar que la democracia está en peligro no es una exageración. Estamos ante la repetición del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020 a través de otros medios. El objetivo es maniatar a Joe Biden en los dos años que le quedan de mandato desde un Congreso dominado por los republicanos y reconquistar la Casa Blanca en enero de 2025 con Donald Trump, o alguien peor. Los hay.
Elecciones de medio mandato
El 8 de noviembre se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio de Senado, además de algunas gobernadurías clave, entre ellas Texas. Biden dispone hoy de una ligera mayoría en la Cámara baja. Aunque el Senado está empatado (50-50)y la vicepresidenta Kamala Harris tiene el voto de calidad, el senador demócrata Joe Manchin, férreo defensor del carbón, vota a menudo con los republicanos. En noviembre se renovarán 34 escaños. Los demócratas necesitan alcanzar una mayoría de 52-48 sin perder la cámara baja. Un Senado controlado por los republicanos permitiría ganar la presidencia en 2024.
Es arriesgado lanzar predicciones a cuatro meses y en un escenario tan volátil. Ni siquiera sabemos qué pesará más en el ánimo de los votantes: la inflación y los precios de los carburantes o las derogaciones del derecho al aborto y las matanzas con armas de fuego.
La ultraderecha religiosa de EEUU que se hace llamar el Despertar de los Patriotas, desprecia las posibilidades electorales de un escenario de recesión económica, prefieren centrarse en lo suyo, en las teorías conspirativas más disparatadas y en la identidad cristiana de EEUU. Para ellos, su contrato de propiedad exclusivo de la tierra americana está en la Biblia, pese a ser un libro de ficción aprobado en el siglo IV, 1.400 años antes de la fundación de EEUU.
Biden no despega y Harris está desaparecida. Parece que su misión terminó con la derrota de Trump. Su índice de aprobación es del 38,8%. El 64% de los demócratas no quiere que sea su candidato en 2024. La edad es un factor: llegaría con 82 años. A menudo, Biden parece cansado, torpe y confuso. Es un objetivo fácil para Trump (tendrá 76 pero proyecta energía) o para Ron DeSantis, gobernador de Florida y uno de los aspirantes a la nominación republicana. Es tan conservador que fue el único que prohibió la vacunación de niños menores de cinco años.
El problema de los demócratas es que no tienen a nadie capaz de entusiasmar a su electorado. Está Stacy Abrams, que se presenta a gobernadora de Georgia, algo que irrita a DeSantis pues la compara con la Cuba comunista (Cuba es un comodín, como ETA). Es popular Pete Buttigieg, actual secretario de Transportes que tuvo una buena actuación en las primarias de 2020. Es gay y está casado. Aunque cotiza por encima de Harris en las encuestas no entusiasma a su partido. A la izquierda europea le gusta Alexandria Ocasio-Cortez, aunque resulta demasiado progresista para Cleveland. Se empieza a hablar de Hillary Clinton, una figura divisiva como solución mágica. No hay un Obama en un horizonte dominado por los orcos.
Las elecciones de 2024 pueden ser las últimas democráticas en EEUU. Hay muchas voces que lo afirman. Noviembre nos ofrecerá datos sobre la inminencia del riesgo. EEUU se encamina a tres escenarios peligrosos en los que no se debe descartar nada: un Gilead bíblico en el centro, con dos polos liberales en el costa Oeste y Nueva York, una quiebra de la unidad del país o una guerra civil. Mientras, Europa lucha por calentar sus calefacciones en invierno para cerrar las puertas a su extrema derecha, envalentonada por los vientos ultras que llegan desde el otro lado del Atlántico.
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